En este aquí y este ahora

Mi corazón es una voz en silencio que comparte un amor que lo salva, que lo devuelve a la vida en una mezcla de miedos y esperanza. Mis pasos son trazos que recogen la belleza y la profundidad del sendero urbano, que sigilosos, esperan un milagro. Mi mente es un eco constante donde resuenan, una y otra vez, las palabras de los que ya no están, y el susurro de los recuerdos que nunca se van. Mi mirada es magia que aviva en la imaginación un sencillo mensaje cósmico cuando la vida me da un golpe. Uno que a veces es sorpresa. Mi alma es un espacio invisible repleto de fragmentos de lo que he sido y lo que puedo ser. Una caricia sutil que atraviesa el aire, cercano y envolvente. Mi voz es búsqueda, un intento por llegar a las palabras que explican y calman la tormenta interior. Mi piel es poesía y mar, es color, el del azul de los cielos y el verde de los cerros. Es lienzo de utopías que se quieren instalar. Mi risa es un rincón seguro y cálido, es un regalo enorme capaz de detener la inconsciencia con su emoción. La que se deja llevar. Mis pensamientos son un recorrido de descubrimiento, una revelación que trae a escena lo esencial desde la profundidad. Un trayecto de sucesos ínfimos que marcan, sin ruido, el rumbo de mi existencia. Mi respiración es la pulsión que apacigua esos temores que el futuro me trae, con su intensidad revela otras posibilidades de ser, otras formas de amar. Mi cuerpo es un río de sensaciones, que se detiene y avanza, que andado el tiempo se equilibra entre lo que quedó atrás y lo que está por llegar. Es un hilo que me conecta profundamente con la vida. También con la muerte. 

Ignoro por qué, pero así es.

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