Me lancé a la calle
de nuevo. Las palabras y los pasos son mi medio de ser feliz. Ayer leí, hoy
camino. Porque sí, porque leyendo transito por otros mundos, porque caminando
me siento poderosa, con uno y otro me dejo llevar… Soy feliz y pienso en abstracto.
Otro lunes de enero y sigo siendo la misma. Llena de ilusiones, de recuerdos.
Quiero rutina, pero no que los días se repitan igual de lunes a viernes. Quiero
rutina, pero con sorpresa incluida.
Busco un espacio de
silencio y paz, me roza la brisa suave y lo percibo como una señal de que todo aún
es posible. Quizá sea hora de dejar de contar una y otra vez y otra vez y otra
vez lo mismo. Pero es que al final todo termina siendo un asunto de
perspectiva.
Mi mirada, mientras no
ocurre nada, abarca miedos, frustraciones y tristezas. Un espacio, un lugar
cotidiano en el que todo pasa. Todos pasan, esos que han vivido triunfos, alegrías,
que han celebrado. Una pausa y encuentro rastros de bailes bajo la lluvia y
cantos a grito herido. Un vistazo y percibo risas descontroladas, ganas de
vivir. Otro y siento energía y vitalidad desbordada... También sombras. Respiro
y encuentro historias particulares y secretas en aquellos que corren, que
saltan, que se estiran. Historias inmensas como la mía.
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