Buena onda

Obligados al cierre del año oficinístico hago balance sin que se note mucho y descubro lecciones y experiencias en medio de colegas y amigos... Conozco una versión de cada uno y conocen un poquito de mí, pero a veces todo es como un juego, un conjunto de instantes en el que se desvanece la división entre el trabajo y la vida personal. Todo sucede con su ritmo, el del destino y del azar, también con su lógica, la del corazón y la de las decisiones… 

Terminamos otro año intenso, el año del cambio, y entorno al chocolate y al tamal recuerdo las alegrías que nos han acompañado, las frustraciones que aparecieron de vez en cuando y algún triunfo por ahí también. Así, con dibujos y verdades, despedimos 2022 y llegados a este punto percibo la necesidad de seguir aprendiendo un poco de todo, ampliar la mente, extender la perspectiva, y entender que todo se transforma. Espero que esa especie de afán por romper con la realidad e inventar un mundo nuevo se materialice de la mejor manera posible, y que sea en pro de todos porque creo firmemente que en la vida hay multitud de oportunidades, abundancia de cosas buenas, y sin lugar a duda, con pasión y esfuerzo, son muchos los objetivos que podemos alcanzar.




Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―