Tanto amor

Después del desayuno que preparó el joven, anduve de paseo en la montaña. Un par de horas entre el verde con poco sol. Empieza el ascenso y en breve mi mente deambula por ahí, no cuesta mucho empezar a divagar. Me siento en el bosque a la sombra de un pino y contemplo la mañana, es un buen plan siempre. 


Regresé justo a la hora de almorzar, otra vez el chiqui haciendo su mejor esfuerzo, esta vez solo fue calentar y servir. No estuvo mal. Tuvimos tarde de risas en la hierba, con flores amarillas y “poses” varias para la posteridad. Así un bonito día, tranquilo. 











 

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Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―