Por hoy

En un día como hoy puedo permitirme una apreciación absolutamente objetiva: Mi hijo cada día es más guapo, cada día es más interesante, cada día es más adorable. Moreno, de frente amplia, con el pelo ondulado y desordenado, una desgracia irremediable para él; por momentos tiene los ojos claros y conserva desde siempre unas pestañas envidiables.  No sonríe mucho, pero estalla en carcajadas con frecuencia. Bebé era rechoncho, niño cachetón, adolescente está flaco. Hace un par de años los brazos se le estiraron de repente, quedo un tanto desproporcionado, pero ya está todo acomodándose de nuevo, volviendo a la normalidad. Crece libre y sereno, con inquietudes y soberbia adolescente, crece fuerte, es bellísimo y divertido.

Me reta y me exige a diario, pero amo ser mamá, ser su mamá. Me refascina compartir tiempo con él, no es de ida y vuelta el sentimiento, aunque siento que me quiere un montón y que aunque no lo acepte, de vez en vez también se divierte conmigo. Me faltan argumentos en nuestras conversaciones... mis afirmaciones son debatidas una vez sí y otra también, por deporte, claro, porque el mejor plan, a veces, es contradecirme, y se le da muy bien. Hablo y absorbe mis formas, el movimiento de las manos, la expresión de los ojos, la mueca sin intención... aquello que puede replicar y exagerar, todo muy histriónico, y la verdad solo lo noto por su imitación.

Son más de catorce años en esto de ser mamá y muchísimos más en plan hija, me gusta como ha sido, he tenido suerte por parte y parte, así que hoy no queda más que sentirme orgullosa y agradecer infinito…




Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―