Distorsión

Días primaverales en la primera semana del mes. Un cielo limpio y muy azul en un mundo en el que todo ocurre. Un soplo de aire en la mañana, un cálido abrazo a mitad de jornada, la luz del sol que brilla de repente. Algo de cansancio acumulado, pese al sedentario finde que recién pasó. Neblina mental. Combinaciones irracionales. Dejando ser y dejándome ser…. Pero preguntándome:

Religión. La he visto pasar por mi vida pero sin prestarle demasiada  atención, pero ahora me sorprende lo que causa, lo que permite, lo que produce en la gente y me lleno de curiosidad. Intento entender lo que los otros quieren decir cuando hablan de su fe, escucho sus razones. Evito el juicio rápido, pero me sorprende la superioridad moral, y el actuar certero, sin dudar por un instante.

 

Envidia. La evito, pero ahí está. Por qué no logro estados de concentración total que para otros resultan sin demasiado esfuerzo. Por qué todavía no me resulta aquello de meditar y lograr el estado seudozen que se ve tan sencillo por ahí. Por qué cuando me quedo  sola con mis pensamientos los enredo al infinito. Parece obvio, no? Le doy vueltas a todo, hasta a mi falta de voluntad.


No hacer nada. En absoluto. ¿Será que haciendo caso omiso del ruido exterior  encontraré sentido a mis divagaciones?


Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―