Inventario

De mayo recuerdo todas esas gotas, los espacios urbanos, aprender de otras voces, lo vaga que fui a veces, sentir otros aires, probar otros sabores, las contradicciones de Bogotá, las crocancias de los wafles caseros, el estado de demencia que circula por el mundo, el roce del aire cada vez que abrí ventanas, el olor a pan recién hecho, la alegría de la parrilla en domingos soleados, las palabras de un dialecto indígena con el que me crucé algún día, las búsquedas del sentido entre lo absurdo y lo obvio, las cosechas coloridas de la huerta, la velocidad de la ciudad, estar petrificada frente a una pantalla por muchas horas, la risa inesperada en medio del ruido laboral, los mensajes que no respondí, las caminatas sin rumbo que me perdí, el café de sobremesa, la sensación de estar y no estar en el mismo instante, las pequeñas esperanzas que brotaron sin previo aviso, el barrio que lo sabe todo, lo ha visto todo. Y también: el tránsito obligatorio y diario a la oficina, la sobremes...