Relajada y calurosa tarde

En medio de la inmensidad y la soledad del desierto tuvimos una tarde de caminata por el valle de la luna.  Sorprendente. Cada paisaje que vi me pareció asombroso. Es cierto que extrañé el verde y que aveces me costaba pensar que la gente habitará en esos territorios, tanta desolación abruma, pero la verdad es que la hermosura de sus paisajes merece la pena. En medio de rocas de sal, de dunas y de caminos que de pronto desaparecen, encontramos unas vistas impresionantes, la tierra parecía hablarnos en medio del silencio del lugar. 




  



















Después de disfrutar el brillo del sol, el silencio del ambiente, interrumpido solo por el crujir de las rocas, regresamos a San Pedro, recogimos a Ignacio y a su familia y partimos devuelta al Valle de la Muerte, esta vez a esperar la caída del sol.













Así terminó la aventura del día, desde el amanecer estuvimos asombrados con tanta maravilla.  El atardecer fue sencillamente espectacular, el cielo fue tiñéndose poco a poco de colores y empezó a reflejarse en las montañas rocosas, un espectáculo que difícilmente olvidaremos.



Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―