Intenso y pasado por agua


Preparadas para un verano muy caluroso, nuestro equipaje tenía lo suficiente para altas temperaturas, pero contrario a lo previsto, el clima no fue nuestro aliado en los primeros días... Empezamos con lloviznas fuertes y a punto estuvimos de congelarnos; sin embargo, nada impidió que recorriéramos y anduviéramos como si no hubiera mañana.  

Después de un calórico desayuno en Grand Central, de disfrutar el majestuoso hall central junto con sus pasillos y de recordar más de una película, nos dirigimos a la zona del One World Trade Center, pero ante el clima enemigo nos vimos obligadas a hacer una shopping pausa.
La visita a este lugar es sobrecogedora, definitivamente aún con el paso del tiempo es imposible ignorar el acontecimiento.  Ver ahora todo construido también sorprende, la infraestructura actual es como un desafío total a lo ocurrido y una forma de mantener para siempre en la memoria aquél devastador día. Me conmovió y sorprendió el árbol sobreviviente, una señal de esperanza y reconciliación con el mundo, tan verde y estable, tan vivo.

 
Un estilo bastante municipal... pero el árbol había que rescatarlo. 



Dado el color del cielo, las expectativas meteorológicas y la fila para entrar al observatorio de la nueva torre, decidimos omitir ese punto estratégico que se ha convertido en ícono y continuar nuestro caminar hacía wall street, donde empezamos a sentir el frenesí de las multitudes... algunos laborando, otros, muchos quizá, turisteando. La temperatura y lo inapropiado de nuestro vestir nos obligó a regresar y prepararnos mejor para lo que quedaba de día, así que partimos de vuelta y nos encontramos con el Lobby del Chrysler, desconocido para mí y sorpresivo para Mer, inesperado y fascinante... No podíamos pasarlo por alto, así que lo disfrutamos un rato.
Todavía quedaba mucho de luz, así que sumando pasos a nuestro andar, le presenté el barrio chino a Mer, sabiendo que poco le iba a gustar. Pero igual, para hacerse una idea, necesariamente hay que verlo. Encontramos una plaza repleta de chinos mayores, dedicados a las damas y a otros juegos, muy entretenidos en lo suyo pero con ocasión de compartir unas fotos con nosotras, en chino porque de inglés poco y español solo hablan los vendedores... Las imágenes son tiernas y encantadoras pero no pasaron el filtro de Mer. 
Cambiamos radicalmente de escenario y nos fuimos a ver las bonitas tiendas y calles de Soho, muy cerca, pero otro mundo, precios sorpresivos y vitrinas muy llamativas. Caminamos y caminamos hasta que llegamos a Washington Square, una pausa para tomar aire y continuar cuando ya caía el sol.  


NYC me gusta por muchas razones, una de ellas la música y el arte callejero. Empieza en cualquier parte, calles, parques y estaciones están siempre con algún artista compartiendo su saber... Cuando finalmente encontramos la ruta de regreso a casa, nos encontramos con Andy Susuki y sus músicos animando a transeúntes... nos quedamos un par de canciones y por poco formamos parte de la banda, solo queríamos bailar!!!
Fue un lunes de risas fáciles, frío y verdadera emoción en cada instante, disfrutando el mundo en un lugar.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―