Muy especial

Nos encontramos otra vez y de nuevo celebramos tantos días inolvidables del colegio: aquellos recuerdos que se esconden en algún rincón, pero que siempre están, que hacen parte del ahora.
Superamos ya los cuarenta mis queridas, lamento si las pongo en evidencia  y con entusiasmo recordamos lo que la vida nos ha regalado. Aunque añoramos el tiempo y la felicidad compartida en la infancia, cuando todo era nuevo y asombroso, siempre nos llena de emoción reunirnos.
Esta vez el encuentro tuvo un toque especial porque no estuvimos solas: fuimos en familia. Abrimos la puerta del cacharrito a papás, esposos e hijos y aseguramos una tarde acogedora y relajada. Nuestros niños se conocieron, jugaron y suponemos que disfrutaron algunas risas y un par de conversaciones; la verdad los perdimos de vista muy rápido y salvo por Martin, el más peque de la tribu, todos anduvieron a su ritmo por ahí.
Sin duda, recordar sentires e ilusiones del ayer me hace vibrar y con la compañía de algunos nobles caballeros que editorializaron cada una de las historias que surgieron, el plan resultó muy entretenido. Además, con ayuda de las anécdotas, de los descubrimientos de la jornada y superando, sin mucho éxito, los profundos vericuetos de la memoria, trajimos al presente a las ausentes, a unas más que a otras.
No somos las mismas, claro, pero quizá el afecto, tal vez las sonrisas, seguro la gratitud... encontrarlas me hace revivir instantes que llenan la vida de valor.  Niñas queridas, ¡que nadie nos quite lo compartido!
Dejo por aquí una muestra de lo que disfrutamos, aunque quedan pendientes aquellas imagenes en las que dimos muestras de flexibilidad extrema, los instantes de reírse sin parar demostrando elasticidad total. Y a nuestros anfitriones: muchas gracias por su cariño y por tantas atenciones.




Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―