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Mostrando entradas de octubre, 2024

Intrascendencia bajo la lluvia

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No es ninguna tragedia, sólo la forma en que todo se adhiere o se deshace en medio de un silencio transparente. Todo lo que niegas sobre tu existencia, esos trozos de oscuridad que te alejan, esos que fingen ser brisa, fingen ser sueño en una noche sin abrigo... Esos trozos de luz que encuentran el tiempo con la velocidad exacta de los segundos, de los minutos, te alcanzan con un abrazo certero. Los días cambian, paisajes con los cerros al este cuando el sol se pone, con las sombras de las hojas que caen en el camino, confirman que otros lugares son posibles y que las certezas se encuadran de la nada. Más allá de eso las simplicidades, también los hechizos. El cielo se torna plomizo, pero parece que no es el final, todo esto del tiempo pasando tan rápido y el día que se vuelve infinito en una extensión de la mente. El futuro será diferente y también los sucesos azarosos que ocurrirán. No sé cuándo, solo sé que con esta sensación de que todo es tan deprisa, no puedo ver lo que hay que v...

Octubre a todo color

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Un vistazo a los días del mes que anduvieron diversos, entretenidos, naturales, musicales y brillantes. Días en los que yo estuve cansada, contenta, devastada, entusiasmada, con energía, ansiosa, enfurecida... una mezcla, la mezcla habitual. Incluso el clima fue así también, tormentas, bajada de temperatura, sol inclemente… Tuvimos cata de panes y helados cremosos hechos en casa, brindamos con espumosos, vino blanco con hielo y vino tinto afrutado; compartimos cafés con trozos de chocolate, con leche de soya y aromáticas en todas sus presentaciones y sabores. Estuve bajo los árboles largo rato, caminé dieciséis mil quinientos pasos diarios en promedio, amé los colores de las flores del jardín y de los parques que visitamos. Afronté desaciertos sin drama ni misterio, asumí la fatiga de unos días y descansé a pierna suelta otros. Seguí haciéndome demasiadas preguntas sin encontrar respuestas en mis monólogos diarios; soñé emociones, historias, trivialidades. Fuimos a conciertos, por un l...

Detrás de mis ojos

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Me gusta como despierta la ciudad, a veces la alineación cósmica de los planetas y su reflejo por acá se ve bonito. Eso o la magia del día que comienza, o que el recorrido empieza con pie derecho, alegre, no sé, pero una mirada al cielo a veces basta para percibir una poderosa sensación de vida. Me gusta. Además, el sonido de la naturaleza, su música particular, ese ritmo sublime, es capaz de hacerme fluir y causar arrebatos intensos de imaginación, aún en medio de la urbe y del caos del que también llegan trozos.

Ventana al futuro

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Perdió brillo. Es otra. Acaso dejó de ser. Llegó con fuerza, más fuerza e intensidad de la que ha tenido antes Pero ahora... Se escapa deja atrás las estridencias del camino Requiere  reforzarse sostenerse Adivina intenciones Sale por la puerta grande Se encuentra fragmentada, diversa. Pretende desmadejar una cinta  enredada, entera y natural Después se recupera, reluce Poco a poco recobra su estilo, su atuendo, su forma Explora el ayer  recupera el tiempo Busca los ecos de un pasado  alegre Parece que ha flotado Deja de pensar, de preocuparse Devuelve la mirada No pretende el paraíso solo una chispa  No vuelve a ver lo que ha hecho Deja de dudar, de tener miedo Ya no quiere saber No quiere estar desplazada en el tiempo pérdida en el tiempo No busca demostrar nada  No necesita aprobación de nadie.  

Pulsa todas las teclas

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La palabra se arroja al abismo, espontánea, imprevisible, dejándose leer auténtica, como torbellino y tsunami. No se esconde, permanece, se resiste. Algunas veces tiene tintes de extrañeza, se oculta y se vuelve misteriosa, ajena a su naturaleza conocida. Es de esas que en ocasiones grita, brinda, ríe, llora. Despierta mientras todos duermen, agita la mañana y busca un cambio de luces o un giro argumental en el vuelo de las nubes. Dibuja una serie de deseos en las frases que transforma.  Crea de repente una impresión confusa, quiere un transcurrir más intenso y más libre. También se viste de colores y danza en las sombras. Nadie sabe cómo. 

Realidad fuera de la imagen

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Un sábado tranqui. Sin presión, sin exigencia. Obedeciendo a mi madre que inteligentemente me dijo que descansara. Me tomé el día para leer un rato, tomar una copa, arrastrar las partículas que quedan en el margen de la semana, no hacer nada. Tomar un café de madrugada. Bien pensar mientras amanece. Sentir los sonidos del campo al despertar. Percibir el brillo que queda tras la lluvia nocturna. Transitar senderos olvidados con la mente. Sentir la tibieza de un tenue rayo de sol que sale entre las nubes. Abrazar con intenso deseo de agradecer. Quizá sólo un domingo más, pero no.  *** Plan.  Subámonos en una nube algodonosa y mullida con el último sol de la tarde. Demos un paseo en el aire blanco y dejémonos llevar por un rato. Seamos esa ilusión etérea, seamos lo que jamás seremos. Tendremos un paisaje atrás y otro enfrente, esperándonos, mientras vemos desde el aire el mundo efervescente antes de deshacernos con la velocidad de un relámpago.

Una leve irrealidad

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El olor de las frutas al caer… las moras, feijoas y curubas que rescato del suelo me llenan de su sabor maduro. El cielo nuboso en la espesura de un sereno atardecer abraza mis pensamientos al ritmo de las hojas meciéndose en silenciosa cámara lenta. Presto atención al cuerpo y a sus misteriosos deseos y entro en la negrura de mis recuerdos. Un follaje tupido… espirales sucesivas de luz y sombra. Nada más. Pero en medio, siento que las preocupaciones no tienen cabida, la incertidumbre se desdibuja, la adversidad del futuro cercano parece poco probable.

Silentes

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De lo más inesperado, inusitado, profundo. Se reencontraron. Un encuentro repleto de cosas sin explicación. Una transacción fluida, rápida, escueta, sin rodeos; un intercambio desenvuelto para comenzar. Sentados a la mesa, mirándose frente a frente, sonriéndose en silencio. Así por largo rato, así hasta que se despidieron. Muchos sueños se deshacen en el aire —o esa fue la sensación, quizá se equivoque, no lo sabe —. Sin embargo, al recuperar la conciencia, sobre la hierba húmeda y suave, resultó, por supuesto, que no había intención de permanecer.

Aguado

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Como siempre, para procesar mi existencia escribo de mis asuntos, el paso de los días, los paseos, los encuentros, revelo intimidades varias, pero no llevo un diario. Me invento algunas cosas, otras las exagero, dejo también una que otra tontería, de vez en cuando alguna reflexión, notas para mi yo del futuro, a veces mis tareas de la uni quedan por acá, todo mezclado, sin obedecer a categoría alguna, pero todo queda etiquetado, ja. Creo que lo que pasa es que me gusta romper el hilo, ir por múltiples direcciones, cambiar de tono, fluir con el ritmo del día, dejarme llevar con la luz del acontecer diario, o con su oscuridad. Tengo muchas más cosas en la mente de las que escribo, pero desde mitad de semana, con el escenario que se percibía helado y muy salpicado, después de una larga noche de lluvia y amanecer despejado, se me ocurrió que podía ponerme al día. No alcancé. Una cosa y otra me hicieron detener, suspendí la escritura, preparé comida, hablé y hablé hasta que me dormí no much...

Últimas horas

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Rutina . Además de desordenada, y francamente sucia, la ruta a la oficina sigue teniendo su encanto. Los cerros se ven siempre lindos, con cielo azul mucho más. Aprendí a existir en este entorno, con los habitantes de calle ahí, bien a la vista, en todas partes y a todas horas. Les sonrío cuando puedo, pero tienen la mirada perdida. A veces fuman, se drogan, es una tragedia urbana. Es doloroso. Sin embargo, cada día encuentro algo nuevo y escojo lo mejor. Hoy seleccioné otras calles, gente nueva haciendo lo habitual, otros puestos de arepa, café, fruta. Si no tuviera mi desayuno insuperable en casa, me atrevería con uno callejero. Mapas y laberintos en la planta . Mis pies andan rotos, cansados, dañados. Los quiero, pero no los cuido los suficiente, parece. Durezas plántales, pequeñas heridas y ampollas, todos los males concentrados allí. Me llevan a donde quiero, no me han dejado caer, no mucho, al menos. Quizá me duelen un tanto… quizá el peso de mi cuerpo ha aumentado, tal vez no he...

Intermedio

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Dormir, pienso. No solo dormí profundamente, sino que soñé a color, con brillos. Algo plateado salía del agua y un rayo de sol lo atrapaba. Era el final, supongo, no recuerdo nada preciso y despierto a la aventura del día. Espero novedad, diversión, tal vez aprendizaje, cuando menos lluvia. Será miércoles de cine. Salimos del hogar. Conversamos de esto y lo otro, pero, a veces, también avanzamos en silencio. Cuando la cotidianidad o el comentario sobre la película o la banda ya ha dado todo de sí, solo seguimos hacia el frente. Solo nuestros pasos, el cielo amenazante, el agua que no llega, la tormenta de hojas que nos espanta. También así estamos bien… La mañana. Después de mucho tiempo todavía intento descifrar algunas cosas, trámites, asuntos en curso. Cuando ya creo que lo tengo todo dominado resulta que no, pero sigo en calma, aprendo y las horas pasan a mil. Salgo a la pausa, encuentro las paredes repletas de frases y se van llenando de algunas nuevas, no dicen mucho, no hay inno...

Una intuición

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Una mujer, su voz, los sueños y sus contradicciones. Un rato de introspección en el que la vulnerabilidad, el vacío y el deseo deambulan y surgen conflictos que se mezclan en una difusa revelación que la obliga a habitar la complejidad. Cuando los sonidos, la temperatura y las circunstancias cambian…Siempre una flor, un pájaro, la montaña.  En la cima. Cualquier momento parece un buen momento desde allí. La mirada atrapa texturas y formas en medio de las pausas y los silencios de la vida y, de entre las muchas emociones que el paisaje es capaz de desatar, se queda con las que impulsan el cambio de rumbo. Estira el sentimiento imaginando que no es un problema ese vacío. Por el contrario, es la riqueza inagotable que conserva, es la respuesta de una vida errante. 

Escribir en el aire

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Correr para llegar a tiempo, seguir corriendo para abordar, instalarme en la ventana, ilusionarme con el pedacito de luna y la ciudad iluminándose, despegar, volar, empezar descenso… ascender súbitamente, sobrevolar alrededores, regresar al punto de partida. Esperar noticias, permanecer en el avión, seguir esperando, esperar recarga de combustible. Alistarnos para un nuevo despegue, esperar turno de salida, esperar más, despegar, disfrutar la oscuridad y las lucecitas en tierra, volar. Aproximarnos a destino, comenzar descenso, descender… y todo de nuevo, elevarnos otra vez, sobrevolar, seguir sobrevolando, esperar entre nubes, regresar. Aterrizar en el origen. Más de cinco horas dentro del avión para un vuelo de treinta minutos que hicimos cuatro veces. No lo logramos. Cuando pasan estas cosas irremediablemente recuerdo aquellas veces en las que los planes se han alterado… ese viaje a Dominicana en el que necesité una visa que no tenía, las vacaciones a México en las que estuvimos c...

Instantes fugaces

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Son un poco vagos antes de ponerlos en palabras. Quizá me los cuente para darles solidez. Algunos los escribo como los quiero recordar y los publico para darles permanencia. Los nombro. Me gusta memorizarlos, dejar que vayan más allá de lo posible, que ganen fuerza y espacio cuando logro enunciarlos. La intención con que los mire los vuelve verdaderos. Llegan lejos. Se resisten a partir. Les sumo imágenes, sensaciones y emociones. Se amplifican en mi mente. Los convierto en historias, en una o en muchas.  Impresionan, sacuden. Los desplaza el tiempo, se pierden en el tiempo, incluso en los sueños, pero se quedan conmigo. Pongo atención, me detengo, los relaciono con otros instantes. Me fascinan e inquietan. Pienso en su otra cara, cómo un instante es otro instante. Construyo puentes y lazos. Se vuelven profundos e inesperados. Se transforman. Se tornan inabarcables. Caóticos, incontrolables, enloquecedores. Los dejo flotar. Flotan. Entonces esos eran los instantes, pienso mientra...

A la mañana siguiente

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A la mañana siguiente   Hambrienta desde el amanecer Toda vestida de brillo, maquillada y despeinada Después de una noche ensordecida por la lluvia Concentrada en las gotas que escurrían en la ventana Le contó un secreto a su almohada, uno que dijo ya saber   Arrepentida del destino elegido por sus pasos Duramente cuestionada por su gata Después de acumular dudas sobre la eternidad Arropada en ilusiones, deseos y versos Notó que el cuerpo se sueña a sí mismo   Iluminada por el pálido sol que empezaba a aparecer Cargada del cansancio que se reflejaba en el espejo Después de sentir la inestabilidad de su mente Contemplando con cierta desconfianza su mirada Entendió que las palabras no son sólo palabras   Conectada con su pasado lejano Fuertemente agobiada por cada instante del ayer Después de disfrazarse de poema Sintiendo la magia de la conciencia Recordó la expresión mohína del adiós Y con un murmullo se despidió  

Campo de guerra

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Se sintió en tierra de nadie, su destino no parecía seguro. Encontró un grupo de niños asustados, se dispuso a narrarles un viaje al fondo del mar. Ese que no conocía. Ni el fondo, ni el mar. Lo imaginó turbulento, oscuro y bajo un cielo sombrío empezó a sumergirse en el misterio de un oleaje peligroso y sobrenatural. Así se los contó. Fue una inmersión fascinante y mágica, un recorrido descrito con precisión y delicadeza. Noto la emoción y la expectativa en los ojos de su público, habían olvidado el entorno y acompañaban la aventura, pero se dio cuenta de que en el camino a la profundidad no tenía claro hacia donde ir. Cambió el rumbo. Dudó. Todos callaron. Volvió a fluir y con la lentitud de una caricia los sacó del agua y los llevó al espacio. Su corazón empezó a latir más fuerte. Con esa facilidad que encontró para conmover, de una manera sencilla y hermosa, desapareció las señales del mundo despiadado en el que estaban y desde entonces se encuentran a diario, se asoman a historias...