Intermedio

Dormir, pienso. No solo dormí profundamente, sino que soñé a color, con brillos. Algo plateado salía del agua y un rayo de sol lo atrapaba. Era el final, supongo, no recuerdo nada preciso y despierto a la aventura del día. Espero novedad, diversión, tal vez aprendizaje, cuando menos lluvia. Será miércoles de cine.

Salimos del hogar. Conversamos de esto y lo otro, pero, a veces, también avanzamos en silencio. Cuando la cotidianidad o el comentario sobre la película o la banda ya ha dado todo de sí, solo seguimos hacia el frente. Solo nuestros pasos, el cielo amenazante, el agua que no llega, la tormenta de hojas que nos espanta. También así estamos bien…

La mañana. Después de mucho tiempo todavía intento descifrar algunas cosas, trámites, asuntos en curso. Cuando ya creo que lo tengo todo dominado resulta que no, pero sigo en calma, aprendo y las horas pasan a mil. Salgo a la pausa, encuentro las paredes repletas de frases y se van llenando de algunas nuevas, no dicen mucho, no hay innovación, van entre la queja de siempre y la ausencia de brillantez. Pintan de nuevo, musicalizan, cantan. Me parece que se disfrazan de feos… con éxito. Todos son distintos, pero siguen teniendo el mismo aire de estudiantes que no quieren clase. No quiero caer en el estereotipo, pero es difícil. Se siente un poco de fiesta, por ahora no me afecta, pero a muchos sí. Los veo en la calle buscando otro rumbo, cambiando la ruta intempestivamente para alejarse del desorden, para atender esas urgencias impostergables. Esta calle es una contradicción en sí misma, o una mentira. Me aparto, almuerzo rico. Camino por el barrio, por otro lado.

Regreso y llamo, escribo, resuelvo, se acaba el día y ya voy camino a mi cita para el cine… Ah y llovió.


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