Pulsa todas las teclas
La palabra se arroja
al abismo, espontánea, imprevisible, dejándose leer auténtica, como torbellino
y tsunami. No se esconde, permanece, se resiste. Algunas veces tiene tintes de
extrañeza, se oculta y se vuelve misteriosa, ajena a su naturaleza conocida. Es
de esas que en ocasiones grita, brinda, ríe, llora. Despierta mientras todos
duermen, agita la mañana y busca un cambio de luces o un giro argumental en el
vuelo de las nubes. Dibuja una serie de deseos en las frases que
transforma. Crea de repente una impresión confusa, quiere un
transcurrir más intenso y más libre. También se viste de colores y danza en las
sombras. Nadie sabe cómo.
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