Una leve irrealidad
El
olor de las frutas al caer… las moras, feijoas y curubas que rescato del suelo
me llenan de su sabor maduro. El cielo nuboso en la espesura de un sereno
atardecer abraza mis pensamientos al ritmo de las hojas meciéndose en
silenciosa cámara lenta. Presto atención al cuerpo y a sus misteriosos deseos y
entro en la negrura de mis recuerdos. Un follaje tupido… espirales sucesivas de
luz y sombra. Nada más. Pero en medio, siento que las preocupaciones no tienen
cabida, la incertidumbre se desdibuja, la adversidad del futuro cercano parece
poco probable.
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