Últimamente así

Por la mañana, antes de empezar a trabajar, desde la salida de la cama hasta que me instalo en el escritorio, pasan mis horas favoritas de la jornada.  Aún somnolienta, con algo de velocidad, pongo a preparar el chocolate y empiezo a hervir el agua del café... Siempre es necesario arrancar el día con una bebida estimulante. Después de la ducha, para la que me gustaría tener más tiempo, todo es un poco más pausado, pero a veces aumento el ritmo.  

Desayunar con el joven, conversar lo mínimo porque las palabras en su despertar no abundan, disfrutar a la mesa, a veces con preparaciones rutinarias, en ocasiones novedosas, me gusta, me encanta el desayuno. El arreglo de la cocina es en minutos y en cuestión de un instante estamos listos para salir al cole. 

El camino lo hacemos cada vez más rápido, ya hemos disminuido la duración del recorrido un par de minutos, quizá más. A veces cambiamos la ruta para innovar. Avanzamos hablando de lo divino y lo humano, con frecuencia desde la realidad, muchas veces damos paso a la imaginación y cuando mejor nos va la fantasía protagoniza. También, porque todo hay que decirlo, en ocasiones el silencio predomina, el sonido del ambiente acompaña y no se hace tan corto el recorrido. 

En el regreso, en soledad, no dejo de pensar e inventar… veo un poco todo, oficinistas aburridos, individuos diversos, almas solitarias, familias y perros, muchos, cada vez más, supongo que será su hora de pasear. Es entretenido y prolífico. A veces me sorprendo y qué lástima que se me olvide todo tan rápido, pienso cosas bastante interesantes, jajaja, creo que debo recordarlas, contarlas, escribirlas... pero se evaporan en cuanto me siento a laborar. Lo mismo da.




Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―