Agitados y apacibles
Instantes que reposan, disfrutados mientras los viví y también
ahora que intento describirlos. Duplico
el efecto y procuro mantenerlos con algunas palabras y unas cuantas imágenes. 
En receso tuvimos un paseo emocionante y no quiero dejarlo por ahí en el olvido, así que acá lo que fue:
Sábado de carretera, enrutados hacía Medellín salimos madrugados. Encontramos la primera pausa pasando Villeta.... interrupción por obras y muchos minutos de espera. Llegamos a Guaduas a la hora del desayuno y aprovechamos para estirar las piernas y prepararnos para las horas que faltaban... No fue tanto, llegamos a destino pasado el medio día.
Domingo de exploración. El parque Arví nos acogió en la mañana. En medio de mariposas recibimos un poco de sol para luego descubrir curiosidades de insectos en un pequeño museo y terminar de paseo en balsa. Como princesa hice el recorrido disfrutando el paisaje con mis chicos encargados de los remos. Fue una bonita mañana, repleta de color.
La tarde anduvo lluviosa, pero no la desaprovechamos, partimos a la Ceja a conocer el pueblo y el camino que nos llevó allí y a pasar el aguacero en un café sencillo, pero acogedor.
Al Peñol solo subí yo, mi má y Daniel esperaron abajo leyendo. Fueron poco más de 20 minutos en ascenso, breve y con una vista maravillosa. Recordé la primera vez, lo mucho que me cansé, tenía solo 8 años, pero eran tiempos de incapacidad pulmonar... terminé con ayuda. Increíble cómo cambia el cuerpo, increíble lo bien que me siento ahora con tantos años más.
Por la tardecita dimos vuelta por Medellín, Pancho nos llevó a comer peruano y aunque nos perdimos un tanto, pasamos felices.
Quedan varios días, pero una sola entrada para la explosión de fotos que tengo es insuficiente. Regresaré creo, intentaré mejor un post por destino, quizá me dure el entusiasmo.
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