Día a día

He vuelto con mis recuerdos del paseo en la semana de receso. Días que, como todos, se esfumaron. 

Iba a comenzar el martes en la entrada pasada… estaba recordando la mañana en el Retiro… y bueno, además de la vuelta a la plaza, la jornada estuvo concentrada en los libros.  Encontramos un café literario, tanta tinta, nada mejor.  Recorrimos estantes, nos antojamos, seleccionamos, compramos y empezamos a leer con un cafecito.  Dejé un rato a mis coequiperos entretenidos con las compras y anduve un rato por otras calles del pueblo. Partimos luego a un salto a ver y oír agua que caía fuerte desde la montaña, estuvo lindo, aunque llovía un poco.  La tarde estuvo relajada en la piscina, conversando entre chapuzones, siguiendo el curso de las nubes mientras flotábamos, procurando brazadas de vez en vez y sería todo. En la noche fuimos a cine, vimos Venom en una sala solo para nosotros, y comimos rico en un lugar cercano. 

Llegó el miércoles y con él la hora de cambiar de estancia. En la mañana, antes de partir, estuvimos caminando por el hotel, viendo flores, pájaros y los pavos reales… aproveché también una hora en el gimnasio, algo de movimiento, no tan intenso, pero vino bien porque las consecuencias de los excesos calóricos aparecieron de inmediato. 




Justo antes de medio día nos fuimos a Santafé de Antioquia.  Sin novedad en el camino, salvo por la emoción que me produjo avanzar entre montañas y encontrar de repente el río Cauca, llegamos a Alma, nos instalamos y empezamos a disfrutar del calor. La temperatura estaba alta, fuerte, pero ya era hora, los días previos estuvieron apenas tibios. Almorzamos rico y nos fuimos de plan. Conocer, probar, caminar por calles empedradas, subir y bajar, nos gustó, aunque tuvimos que ser tolerantes con la marea de personas en el mismo plan, además, de muchos lugares salía música con volumen innecesariamente alto, así que también tuvimos que oír el pésimo gusto de los locales.  Después del recorrido de reconocimiento volvimos al hotel y lo que quedó del día lo dedicamos a descansar y a estar en remojo. 
El jueves anduvo de historias y cultura. Un par de museos del pueblo, exposición de esculturas, casas coloniales de personajes que han hecho historia, fachadas de Iglesias, dulces típicos… una mañana muy movida y un almuerzo bastante rico. Extendimos la sobremesa y dimos otra vuelta por el pueblo. Cayó la tarde, vimos llover, leímos un rato y en la noche  la piscina volvió a ser el escenario. 



El viernes de nuevo teníamos otro destino. Aprovechamos la mañana para un delicioso brunch y fuimos a conocer un puente colgante, el puente de occidente, sus bonitas torres le dan presencia en medio del Río, es bonito y, aunque pensé que el movimiento se sentiría al atravesarlo, me equivoqué, no hubo vértigo ni tal, solo una perfecta infraestructura rodeada de verde. Dejamos así Antioquia y comenzamos el periplo hacia Caldas.






 
Mañana más.

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Sin rumbo fijo

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