Aires de fiesta
Preparándonos para lo que
traerá noviembre y sus festividades cumpleañeras, armamos paseo y nos fuimos de
rodadita a conocer y reconocer algunos lugares coloridos. El plan resultó de lo mejor. Frutas, flores y
pájaros en todas partes, calor e insectos también. A pesar de haber sido el
plato especial de los mosquitos de la zona, pasamos felices y compartimos unos
días increíbles. Respiramos verde y disfrutamos el Magdalena desde diferentes
lugares. Nos gustó mucho el destino elegido, el Huila tiene un poco de todo,
mucho de lo que me gusta. Además de su
rico café, nos maravillamos con parques y paisajes esplendidos.
La Tatacoa fue de lo mejor, aún con el imponente sol que casi
nos derrite, encontramos magia en sus laberintos, en el silencio que
ocasionalmente percibimos y en la energía que se siente en el lugar.
Los pueblitos son diversos y fantásticos. Villavieja nos encantó, con sus árboles
frondosos, sus casas con grandes patios interiores, incluso el Megaterio y el
mini museo estuvieron entretenidos. Sin grandes pretensiones, su gente tiene un
gran tesoro en ese rincón.
Aunque el recorrido parecía eterno, nos aventuramos hasta San
Agustín y no nos arrepentimos. El alto del Lavapatas tiene una vista magnífica,
perfecta para dedicarse a la contemplación y la llegada a Pitalito es
diferente, con su museo de arte vial, nunca vi nada igual. Sin dudarlo, tuvimos
un paseo perfecto, bueno, de no ser por los recuerdos que han quedado impresos
en la piel.
Definitivamente, no hay que
desperdiciar ni un instante para pasarlo bien. Acompañados, relajados,
exprimiendo lo que la vida nos regala.
Neiva tiene bonitos lugares. En el Patio nos atendieron súper bien y
comimos delicioso.
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