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Mostrando entradas de marzo, 2025

Recuerdos y vericuetos

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Lo que marzo nos dejó además de sus amaneceres oscuros y los múltiples días de lluvia: mucho ruido, muchas pelis, muchos pasos, tipos diferentes de personas, nuevos restaurantes, mucha cafeína, muchos vinos.  Se fue el mes con sus celebraciones, cumpleaños varios, encuentros, paseos. Un poco de todo, como siempre: La algarabía del nuevo vecindario . Saturación de sonidos, también de sensaciones. He estado abocada sin remedio a una nueva rutina acelerada y ruidosa, a la suma de olores nauseabundos: marihuana mezclada con chorizos y muchas frituras. El trabajo de ahora en el centro. La sede es una casa, grande y antigua. Bonita. Estar allí, en los alrededores, se ha convertido en una epopeya al ritmo insostenible de la vida diaria, en calles que parecen cada vez más estrechas. Me siento entre eufórica y exhausta casi siempre… Me pregunto si seré capaz de escapar de la espiral de este caos repetitivo y “musical”, o si me daré por vencida. Más peliculeros que siempre. Estuvimos en cine...

Es domingo

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No hace tanto frío, aunque llovió toda la tarde. Todavía puede sentirse esa sensación de humedad, en mi habitación nunca se va. Llegan voces de la calle, risas, algún auto qué pasa, otro más, varios. Tengo sueño, pero es muy temprano para dormir, si cierro los ojos ahora estaré despierta mucho antes del amanecer y no quiero. Pensaba en lo que me gustaría que el tiempo se detuviera un tanto, que fuera más despacio los findes. Este par de días estuvimos contentos. Desde el viernes. Después de correr un poco, en el trabajo, seguimos la celebración cumpleañera. Por fin la tan anhelada torta de merengue con fresa. La compañía, los brindis, algunas risas. Ayer en plan tranqui en la mañana, de compras después. Repetimos menú, también torta, hubo espacio para la siesta. Descansé. También trabajé un poco, pero doy vueltas a lo mismo. No avanzo. Se acabó el día con una copa y otros momentos bonitos. hoy salí a cambiar temprano, me uní a la gente de la ciclovía, tomé un poco de sol, me cansé. Nos...

Después de festivo

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La ropa empezaba a apretar, pero me hacía la loca, cualquier excusa servía, hasta que el jueves mi pantalón estalló, finalmente se rompió con un ruido sordo, la cremallera saltó por los aires y ya no hubo más que hacer, tuve que aceptarlo. Gramo a gramo mi cuerpo se ensancha un poco más cada día. Pero hoy, después del puente, llego con la intención de detenerlo. Vamos a ver si logro frenar este in crescendo que parece tan fácil de alimentar con las delicias que encuentro. Si no resulta, pues no será. Pero quiero que sea.  Lo dejo anotado a ver si es más fácil de materializar, menos complejo, a ver si al menos lo recuerdo.  Vaya manera de comenzar semana por acá, pero es que si no lleno de cotidianidad las entradas me voy por las ramas, me da por reflexionar, pensar, divagar y pfff, qué cansancio. Mi gusto por la frivolidad y lo efímero también tiene cabida en estas páginas. Faltaría más. Ah, pero hay algo más. Me enteré de la aprobación de mi trabajo de grado, al menos pasa a ...

Alma

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Otra vez por un camino andado, uno que recorrimos hace un par de años, y no, no encontramos ruinas ni nostalgia, para nada. Estuvo lindo, encantador, soleado, con muchas sensaciones estupendas. Disfrutamos un finde alargado con un paisaje semidesértico, pero verde, y tuvimos la suerte de días de cálida primavera, con muchos bichos y una que otra picadura, pero con afectación leve. No sé todavía qué fue lo que me más me gustó. Dormimos en una cama gigantesca, me mecí par de horas en una hamaca estupenda, caminamos un tanto, estuvimos en una cascada refrescante, fue fantástico.  Ahora repaso fotos y creo que fueron muchos instantes que se convertirán en recuerdos lindos de un recorrido boyacense que hicimos con éxito, para desconectar, para celebrar, para descansar. Quedarán imágenes e impresiones. La rama de pino que suave acariciaba, la rama de cualquier otra cosa que ruda se posó en mi piel, raspa y ahora arde; el olor a bosque, el sonido del agua, el naranjo violeta de las p...

Reflejos lluviosos

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A veces la vida es gris. Y este a veces empieza a ser casi a diario, dejó de ser excepcional la lluvia. Otra vez. El agua se nos vino encima, pero el racionamiento sigue. Llueve en cualquier parte, no donde más se necesita. Algo así dicen. La innumerable lista de tonterías, desatinos, errores, torpezas, despropósitos e impulsos insensatos de los gobernantes del planeta sigue llegando en aluvión, y, como el agua, cae en donde menos se necesita. Aunque nunca se necesita la falta de juicio, pero me refiero a que siempre termina afectando a los más vulnerables. Y eso del planeta suena lejano, pero el malestar diario se siente aquí mismo, en la vecindad. Cada vez más desencantada, sí, pero como ya no espero nada de nadie ― hace ratísimo soy consciente de que nos toca “cada uno, cada uno” ― , no seré bruma como el amanecer, en absoluto. Dormí profunda, soñé con risas, mías la mayoría, desayuné rico, anduve varios kilómetros. Es un día de trabajo a medias, tareas que tengo que hacer, pero...

Trazos de naturaleza

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El gris de los días recientes se desvaneció por un instante ante un día azul con su campo verde, inmenso. Regresar a la tierrita, salir al jardín, ver cómo han crecido las flores, los brotes de la huerta. Sacar las arvejas para el arroz, la lechuga para la ensalada, el tomate que sigue verde, pero se mantiene fuerte. Cortaron el pasto, también los setos, está todo parejo y bonito. No ha parado de llover y se siente húmedo. No está Lila. Caen gotas de las hojas de los árboles, todo gotea. El sábado en la mañana nos instalamos a ver el horizonte. Tomamos una copa, quizá dos. Acabamos la botella con el almuerzo. Uno que estuvo delicioso, la primera vez que se hacía la receta y resultó delicioso. Intenté siesta, no lo logré. A última hora de la tarde tuvimos visita de la vecindad. Preparamos chocolate con mantecada fresca. Conversamos de lo de siempre y agregamos las novedades recientes. Volvió a llover en la noche. Llovió mucho. Estuvo fresco el finde. Tranquilo. Un finde de lujo, con con...

Memorias cotidianas

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El cielo de un blanco diferente cada día de esta semana. Pausa invernal el miércoles, por lo demás, agua torrencial día tras día. La semana se sintió ácida, divertida, metafórica, llena de historias… salpicada de sorpresas, de conexiones y de esa manera tan particular en la que las cosas suceden cuando se sale del ritmo habitual. Casualidades del destino. Volví al centro. Entré a un café que parecía amable. Probé un café rico, con mini pastel de nueces también rico. Dejando atrás la calma de las calles coloniales terminé en la séptima. Llegué a la plaza, esa que se erige como la protagonista del recorrido en un centro pulsante de vida y emociones. Su poder es innegable, es capaz de reflejar sentimientos intensos que se entrelazan en su espacio. Uno que realmente es grande. La plaza y su Bolívar juegan un papel crucial en la ciudad. Es el escenario que condensa acciones, momentos, alegrías y frustraciones. Estoy tratando de descifrar su personalidad, pero parece un espejo de la compleja...

Ruido de fondo

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Todo cuanto veo por estas calles, todo cuanto oigo. El centro es un zoológico, la fauna capitalina mezclada con sus visitantes es de un folclor desmedido. Interesante. La desmesura de estos días en la Candelaria y sus alrededores me ha llevado a experimentar la vida de otra manera. Aturde un poco. Mucho. —Oiga, ¡rica la pitaya! Dulce, digestiva la pitaya —suena en la grabación de varios puestos llenos de frutas brillantes. Me detengo un momento, pero la marcha sigue. —Venga y pruebe la oblea, le ponemos queso y mora… —una mujer sonríe mientras le ofrece a una pareja que se acerca. Otro vendedor, una nueva grabación, con voz grave y confiada: —Tiene problemas de respiración?, le duele la articulación? Aceite de coca y marihuana, lo cura todo. Algo semejante. Las calles retumban con el sonido de los carritos y las conversaciones. Risas, voces, basura. —Siga que está rico el almuerzo —me dice un hombre, señalando la entrada a un lugar oscuro de dudosa higiene. Más allá, un...

Observación del día

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Otro peldaño en marzo. Avanza la semana, ha traído cosas. No todas alegres. Lila se fue, no me despedí y se durmió profunda. Su cuerpo no aguantó más. La extrañaremos. No será lo mismo sin ella. El finde vimos Flow, resultó tierna, dulce. Me pareció poderosa. También el Brutalista: Gente rota, traumatizada, afectada por ayeres enfermos, violentos. Todo lo bueno que pueda decir de la peli se queda corto. El protagonista estuvo increíble, pero todos lo hicieron bien. Mucho talento junto. En la ruta al cole siempre nos cruzamos con palomas, las aborrezco, me culpo por ello, pero no las tolero, me dan mucho asco. Hoy me detuve en dos, con los colores de Lila, blancas con negro, diferentes. Las odié menos. Vuelvo al centro, el trayecto en transmi no fue tormentoso y estuvo veloz. Venir a la oficina me obliga a interactuar… mi máxima pesadilla, me da una pereza infinita. Sonrío. En el café ahora ponen música que está bastante bien, a un volumen decente. Entorno veo a la gente leyendo...

El jueves

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Cada día un nuevo rumbo. El esfuerzo que supone salir de casa cuando sé que el destino es la oficina se multiplica. Lo dejo ser. Enfrento la mañana gris con su aire helado. Me embarco en un recorrido sin tropiezos, probando una ruta diferente. Pienso antes de entrar al bus en dejar que el azar y la suerte hagan lo suyo, confío en que lo que viene será favorable. A veces prefiero no intervenir demasiado. Resulta. Llego a la misma hora, quizá unos minutos antes. No está mal para ser tan lejos. Hago pausa cafetera antes de entrar a laborar. Tengo una jornada productiva. Me dejo llevar menos por la dispersión, en medio de tanta gente prefiero concentrarme. Curioso. Salgo en busca de almuerzo. A veces, es tanta el hambre que se me va la mano en la selección del plato. Antes de terminar la entrada pasa la urgencia…se calma el hambre, como leeeentamente. Me da por escribir ideas descabelladas, entretejerlas con otras más sensatas, confundirlas con memorias, abrazarlas con recuerdos distorsion...

Un enigma

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Todo últimamente resulta enigmático. Las calles que transito, los cafés que descubro, los encuentros que no resultan, las llamadas que no contestan. Marzo empezó como un largo poema de reflexiones, silencios y misterios. Después de la serenidad y la quietud en un fin de semana urbano, me llegan palabras ajenas: historias de amor, de soledad, de aburrimiento laboral, de desesperación climática. Así empezamos. Mientras tanto me entretengo en el centro viendo las vitrinas de buñuelos, de todos los tamaños y varios precios. Empanadas. Pan de bonos. Arepas en cualquier esquina. Mucho queso y tanta harina por estas tierras. Qué curiosas esas polémicas, historias de amor y odio por los amasijos del altiplano, y por tantas otras delicias, tantas más. A veces, solo hay que salir a caminar y ver la emoción en la cara de la gente mientras da un mordisco a cualquier pan, a veces me antojo. Muy temprano encuentro calma céntrica, pero llegado el mediodía todo cambia.  El barullo, los olor...

Detodito

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Con un poco de esto y otro tanto de aquello febrero llegó, se vivió y rapidísimo se esfumó. Visité algunos espacios muy concurridos y salvajes, anduve en la casita varios días, cambié mi homeoffice por una habitación en la casa de mi má, salí del perímetro habitual y me aventuré a territorios por primera vez visitados — no cuenta que haya estado hace más de treinta años — , y así… Terminé un trabajo, comencé otro. Fui a cine. No tuve desayuno con los tres gatos, pero sí con Mer, me encontré con mis amigos peligrosos para un Martini de actualización de la vida, almorcé con Carlitos para ponerme al tanto sobre decisiones y pasos. Me sicoanalizó :). Me tomé por ahí otro café en compañía, con Pancho estuvimos de plan heladero, casi tengo tertulia literaria y cinéfila en medio de un almuerzo ejecutivo en la Candelaria. En realidad almuerzos diversos hubo muchos, con novedades, risas, preocupaciones, con menús diferentes y muy ricos. Comimos muchas papas criollas, también lechugas y zanahori...