Alma
Otra vez por un camino
andado, uno que recorrimos hace un par de años, y no, no
encontramos ruinas ni nostalgia, para nada. Estuvo lindo, encantador,
soleado, con muchas sensaciones estupendas. Disfrutamos un finde alargado con
un paisaje semidesértico, pero verde, y tuvimos la suerte de días de cálida
primavera, con muchos bichos y una que otra picadura, pero con afectación leve.
No sé todavía qué fue lo que me más me gustó. Dormimos en una cama gigantesca,
me mecí par de horas en una hamaca estupenda, caminamos un tanto, estuvimos en
una cascada refrescante, fue fantástico.
Ahora repaso fotos y
creo que fueron muchos instantes que se convertirán en recuerdos lindos de un
recorrido boyacense que hicimos con éxito, para desconectar, para celebrar,
para descansar. Quedarán imágenes e impresiones. La rama de pino que suave acariciaba,
la rama de cualquier otra cosa que ruda se posó en mi piel, raspa y ahora arde;
el olor a bosque, el sonido del agua, el naranjo violeta de las piedras, la
forma de la tierra en ese paraje… qué sé yo. Tuvimos vino, frambuesas y
almendras de cena. Frambuesas y almendras de aperitivo del almuerzo. Frambuesas
y mandarina de aperitivo del desayuno. Frambuesas siempre. Pero también
probamos restaurantes conocidos y otros nuevos, uno que resultó ser un lujo
verdadero en la montaña con platos de la tierrita y una atención increíble.
Perfecto para celebrar el cumple de Pancho.
Y pues nada, mientras
el mundo se enreda, el entorno se enrarece, el país de complejiza, por fortuna
encontramos otras formas de ver lo que sucede… y no, no todo es apocalíptico y
las horas, los días, en que uno ha sido feliz, no sé los lleva nadie, ni
el tiempo… algo así decían, no? Bueno, pues algo así será!!
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