Trazos de naturaleza
El gris de los días recientes se desvaneció por un
instante ante un día azul con su campo verde, inmenso.
Regresar a la
tierrita, salir al jardín, ver cómo han crecido las flores, los brotes de la
huerta. Sacar las arvejas para el arroz, la lechuga para la ensalada, el tomate
que sigue verde, pero se mantiene fuerte. Cortaron el pasto, también los setos,
está todo parejo y bonito. No ha parado de llover y se siente húmedo. No está
Lila. Caen gotas de las hojas de los árboles, todo gotea. El sábado en la
mañana nos instalamos a ver el horizonte. Tomamos una copa, quizá dos. Acabamos
la botella con el almuerzo. Uno que estuvo delicioso, la primera vez que se
hacía la receta y resultó delicioso. Intenté siesta, no lo logré.
A última hora de la
tarde tuvimos visita de la vecindad. Preparamos chocolate con mantecada fresca.
Conversamos de lo de siempre y agregamos las novedades recientes. Volvió a
llover en la noche. Llovió mucho. Estuvo fresco el finde. Tranquilo. Un finde de
lujo, con conversaciones improvisadas, inesperadas. Nada incomodó, no salió
bien el menú dominguero, pero pasamos por alto. Evitamos los excesos. Aunque
quizá fue mucha quietud, pero viene bien a veces, no importa.
Un par de días de
abrazar la sencillez en buena compañía. Comer, brindar, conversar y disfrutar.
Nada más.
Anoche no estuvo tan
así. No dormí, terminé con la cama deshecha. Sentí frío y mucho calor,
parecía una sensación en simultánea, un virus se apoderó de mi sueño escaso,
algún bicho venía en una maleta, algo así. Y hoy el despertar trajo de nuevo la
lluvia, fue pasajera, pero suficiente para evitar salir al cole caminando. Los
planes de retomar el movimiento quedaron en eso, solo planes. Veremos qué más
trae la semana.
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