Detodito

Con un poco de esto y otro tanto de aquello febrero llegó, se vivió y rapidísimo se esfumó. Visité algunos espacios muy concurridos y salvajes, anduve en la casita varios días, cambié mi homeoffice por una habitación en la casa de mi má, salí del perímetro habitual y me aventuré a territorios por primera vez visitados no cuenta que haya estado hace más de treinta años, y así… Terminé un trabajo, comencé otro. Fui a cine. No tuve desayuno con los tres gatos, pero sí con Mer, me encontré con mis amigos peligrosos para un Martini de actualización de la vida, almorcé con Carlitos para ponerme al tanto sobre decisiones y pasos. Me sicoanalizó :). Me tomé por ahí otro café en compañía, con Pancho estuvimos de plan heladero, casi tengo tertulia literaria y cinéfila en medio de un almuerzo ejecutivo en la Candelaria. En realidad almuerzos diversos hubo muchos, con novedades, risas, preocupaciones, con menús diferentes y muy ricos. Comimos muchas papas criollas, también lechugas y zanahorias de la tierrita. Sacamos la primera cosecha de arvejas. Probé muchos postres también. Intenté un primer borrador de mi trabajo de grado, recibí una retroalimentación poco favorecedora. Me frustré. Lo intenté de nuevo. Me aburrí.  Anduve en concierto de Shakira. Salté, grité, canté como si el mundo se acabará. Me mojé un montón. Ayudé a hacer una mudanza exprés. Volví a ver noticias. Me abrumó la podredumbre. Dejé de verlas. Caminé poco, no mucho más allá de 11 kilómetros en promedio. No subí cerros. No terminé ningún libro. Empecé varios. Pasé muchas horas oyendo podcasts, muchas menos oyendo música. Tengo más fotos de flores y de cielos que de gente en mi celu. No quiero borrar ninguna, parece que mi vida pasa en bucle. Hay sensaciones de ese repetir constante que me encantan. Conocí gente. Estoy expectante.






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