Por las curvas

De regreso hicimos pausa en Manizales.  Desconociendo que estaban celebrando los 50 años del festival de teatro, entramos al centro y nos encontramos con calles cerradas por una cabalgata.  Mucha gente nuevamente y varios locales repletos exclusivamente de señores, hombres de más de 60, tomando café, muchas tazas en cada mesa.  En busca del corredor polaco entramos a la basílica, hicimos una parada en un alegre y concurrido café y nos devolvimos un tanto frustrados porque por la cantidad de turistas, fue imposible subir en ese momento.  Nos quedamos con ganas de ver la ciudad desde las alturas, pero volveremos.

Encontramos el centro cultural de BanRepública y aprovechamos para ver libros y hacer un par de compras. Partimos a Chipre para tener otra panorámica y conocer el monumento a los colonizadores.  Entretenido ver cómo en una escultura recrearon la llegada a la ciudad, con la casa a cuestas, literalmente. Finalizamos nuestra estancia manizalita en Ricuras, con deliciosas empanadas y fresco jugo salimos a la que sería nuestra parada final.



















Seguimos adelante entre caminos sinuosos, un asecenso que parecía no acabar y espesa neblina.  Coronamos el paramo de letras pero la neblina no desapareció, nos acompañó casi hasta Fresno, quizá más allá. Llegamos a Honda al atardecer y la suerte no estuvo de nuestro lado.  Reservé en un hotel poco recomendable y tuvimos que partir… Guaduas fue nuestro siguiente destino, pausa para una rica cena, dar una vuelta por el pueblo que estaba a reventar y salir, no tuvimos opción.  Cerca de las 9:00 pm, empezamos el camino de regreso, detrás de varios camiones el recorrido se hizo eterno, después lluvia y un tráfico que no se detenía, llegamos casi a media noche, a salvo, extenuados pero contentos.  Pese al último suceso y al cambio de planes intempestivo, me encantó el paseo.

¡Queda Colombia por reconocer y recorrer!

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―