La dicha de un reencuentro

Lo conseguimos. Parecía impensable, más de treinta reunidas era una hazaña total, pero se logró, incluso con asistentes de varias partes del mundo! Definitivamente este cacharrito rompió fronteras y la ilusión por un encuentro se hizo realidad.

Hace tiempo se terminó nuestra infancia y, con uno que otro dolor, superamos la adolescencia. Sin duda el trabajo hecho en colegio y casa rindió frutos maravillosos y nos hemos convertido en adultas jóvenes de lo mejor del mundo mundial. Así lo siento, así lo vivo y estoy convencida de que así es… Se vale quererse siempre con el alma.
Nos sentimos valientes al terminar el cole, aún repletas de miedo pensamos en grande y pese a los tropiezos y frustraciones que podemos haber experimentado, vamos por el camino adecuado, el que cada una ha construido y del que debemos sentirnos orgullosas… No todo habrá sido color de rosa, pero todo ha sido valioso. Esfuerzo, dedicación y el legado de aquellos días de clases en el que tantas risas e ilusiones compartimos nos permiten ahora una mirada de satisfacción a nuestro recorrido por esta vida.
Vernos, recordar situaciones y contar nuestras historias después del cole ha sido emocionante. Creo que hemos hecho un trabajo bastante bueno, venciendo unas cuantas dificultades, incluso dejando de lado uno que otro malandro/macabro que quiso hacer de las suyas. Cada una una novela diferente, algunas muy intensas, otras más serenas, pero todas fascinantes.
Queridas, ha sido una alegría encontrarlas, la tarde del sábado fue realmente enriquecedora, nuestros anfitriones fueron los mejores y el cariño que se mantiene a pesar de los años reconforta cualquier espíritu y nos llena de energía. Estos son los recuerdos que me gusta conservar.
¡¡Qué se repita!!

 




























  












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Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

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