Paseando cuando se puede

Pues eso. Antes de finalizar la semana, aprovechamos una celebración en el cole y el correspondiente día libre del peque, y madre e hijo partieron en busca de magia. Queríamos contemplar el verde pero no encontramos mucho. El veranillo sabanero tiene todos los pastos secos y se ha perdido un tanto la exuberancia del paisaje. Sin embargo, el plan estuvo divertido, nos aventuramos de la nada y nos fuimos a pueblear.
Llegamos a Guatavita, disfrutamos su blanco intenso, el sol del día y la soledad de sus calles.  Éramos casi los únicos, turistas y lugareños estaban ausentes.  Anduvimos por el camino que conduce a la represa; lanzamos piedras que se fragmentaron en el aire, recogimos flores, nos llenamos de tierra, hicimos un par de compras artesanales y terminamos con un tardío pero rico almuerzo típico.



















Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―