Boston espectacular
Después de las titánicas filas y la larga espera en el aeropuerto, por temas de mantenimiento de la aeronave, situación que últimamente se repite en cada paseo, partimos a Boston. Encontramos un hotel convenientemente ubicado para nuestras largas caminatas y tras un rápido vistazo al buen ambiente de viernes nocturno, cerca del puerto, nos fuimos a descansar.
No
sé si por lo bien que estuvimos, un equipo viajero insuperable; por las calles
que recorrimos o por la suerte que tuvimos, pero Boston nos pareció una ciudad
fascinante. Pequeña, manejable, limpia, encantadora. Un destino al que
quisiéramos volver porque no tuvimos ocasión de recorrer los alrededores,
que pintan muy bien.
Aún
cuando tuvimos nuestra lluvia de verano, el clima estuvo bastante amable,
perfecto para andar a pie entre las callecitas repletas de verde, muchos
árboles y agua por todos lados, fuentes y lagos a nuestro paso.
Todo
nos gustó, al menos en verano la ciudad y la gente se ve alegre y llena de
vida, el ambiente nos encantó. Es un lugar fácil de pasear con muchos
espacios para comer rico y varios parques para recorridos y exploraciones
encantadoras. Disfrutamos la ciudad desde las alturas, hicimos el
recorrido histórico tradicional, paseamos por el puerto y los muelles para
disfrutar cerca del agua y nos perdimos entre callecitas empedradas.
En fin, sin el espiral de locura que invade las ciudades grandes y con muchos
menos turistas, Boston es amigable y entretenida.
Por
supuesto no faltó la visita a Harvard, súper tranquilo todo, ameno, ganas de
estudiar no más... un campus maravilloso, aunque claro, había muy pocos
estudiantes. Ah y fuimos en metro, tal vez para lo único que no caminamos
fue para ir allá... No sé cómo se mueve aún ese tren, se ve que es de hace
muuuchos años y pese a estar impecable... pareciera que le cuesta avanzar.
No todo sería
maravilloso. Aquellas múltiples ardillas, abundantes y sociables, realmente me
aterraban —cada día las encuentro más parecidas a
los roedores que tanto pánico y asco me causan—, sin embargo, para el peque eran parte de la atracción principal
de las vacaciones. Cachorros por las calles, patos en el
parque, tortugas en el lago, ardillas everywhere, y así,
los animales son fuente de inmensa entretención para mi chiqui.
Así fue. Estuvimos dedicados a vivir la vida que rápido se escapa. Imaginando que todo está bien. Total, estos días se convertirán en más recuerdos lindos, aquellos que tanto bien me hacen y que duran para siempre, porque lo demás son momentos que se esfuman.