De metales preciosos y planetas brillantes

En nuestro segundo día libre continuamos con el itinerario de turistas por la city. El plan comenzó con el museo del oro, una deuda pendiente con el peque. Maravillados con tantas joyas y asombrados con los atuendos de nuestros antepasados, tuvimos una jornada de verdadera riqueza cultural, que por supuesto no duró todo lo que podría tardarse. Después de la primera hora en calma y llena de preguntas, creo que lo vimos todo a la velocidad del rayo, quizá habrá una próxima oportunidad.
Salimos a comer helado en el parque Santander y partimos rumbo al Planetario. Claro, el recorrido fue disfrutando la séptima peatonal, deteniéndonos en cuanta tienda llamaba la atención del peque, quién lo iba a pensar, pero en pleno septimazo había lugares "interesantes"; persiguiendo palomas y viendo como decoraban el pavimento... Una pausa para almorzar en la Florida, en su salón republicano "con vista a la playa", la próxima vez vamos a desayunar!!
Llegamos finalmente a la Bóveda Celeste y nos entretuvimos con un llamativo y luminoso viaje interplanetario que terminó con un suave aterrizaje, perfecto para disfrutar de las estrellas y sus constelaciones. Soy un tanto bastante ignorante, astronómicamente hablando, así que la narración que acompañó el viaje anduvo bien para nosotros y espero, ajustada a la realidad. Después un paseo por el museo del espacio, breve pero educativo y sería todo, rumbo a la casa, a descansar... pero antes, última estación en el parque, aún hay energía para aprovechar los juegos antes de que se vaya el sol por completo.













   

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