A diario. Episodios mínimos de lo que va de la semana.

De un domingo apacible, en perfecta sincronía con la naturaleza, pasamos a un comienzo de semana sombrío. El atardecer de un lunes de abril con eclipse y mucho viento estuvo algo rudo. Entré a zona de turbulencia desde el ingreso a la estación de transmi, luché por mi espacio y lo conseguí. Llegué rápido a destino, eso sí. 

Lunes.Esta ciudad y su catástrofe diaria, a veces, algunas veces, ofrece pausa. De la nada un improbable brillo asoma. Esta vez después del caos celestial, el sol dejó su resplandor y en un atardecer estupendo las nubes se deshicieron y llegó una noche en la que soñé cosas extrañas. Sucesos reales y no tan reales. 

Martes. Arrancar el día muy temprano con un intento de examen que se frustró por un sistema caído. Estar en reuniones y responder muchos mensajes hasta que llega la pausa y trae sus destellos. Esos que no se esperan y divierten. Momentos en los que voy más despacio y estoy presente, alejo tareas y pendientes, me concentro en otro asunto y se siente bien. Pasa rápido sí, vuelvo a reuniones, me acelero, salgo corriendo para llegar a casa a otra reunión virtual. Alcanzo. Trabajo. 

Miércoles. Una mañana con golpe de realidad. Mi ojo derecho no sirve mucho. El izquierdo tampoco, pero parece que uno sufre más que el otro. No lo había notado, he sentido que estoy miope, claro, pero no a tal grado. Casi  pierdo el examen de renovación de mi licencia de conducir, los lentes no fueron suficientes. Además, hay un  extra, tengo una multa pendiente de pago en un sistema de esos que exige cualquier trámite administrativo. Pero burocracia aparte, tuve un almuerzo sin certezas que ofrecer. Estoy sorprendida, todavía, con la seguridad de muchos para algunas cosas que no hacen más que generar curiosidad en mí. Escucho, atenta intento descifrar qué los hace estar tan convencidos de sus verdades. Procuro entender, pongo empeño en el asunto, escucho a unos y a otros, pero no lo logro.

Jueves. Vuelvo a caminar y regresa la fascinación por los pasos, la ruta y la serenidad que aporta. Sigo sin respuestas, no sé por qué decido justo algo cuando otra cosa parece más sensata, tampoco por qué me inclino  por recordar aquello que es mejor olvidar. No importa, así será quizá, así debe ser. Por ahora veré si puedo seguir con mis clases, ahora narrativa breve, me encantó poesía y esto parece que también me gustará. Iré a clase y ya veremos. 



Sucesos populares

Cierta tristeza

Sin rumbo fijo