Una pausa que se volvió final
Se
les fue de las manos una conversación,
una noche cualquiera.
Empezó con algo mínimo —una palabra, un gesto—
y se afianzó entre risas e historias
que invitaron a otras,
que se quedaron un poco más.
Una
mirada que vuelve sin explicación.
Una frase que persiste,
con el recuerdo preciso de aquel momento.
La costumbre de buscar un número específico,
aunque ya no tenga sentido.
Nada fácil, la verdad.
La
memoria guarda eso:
carcajadas, detalles, destellos.
Se conocieron en medio de una tarea sin nombre,
que con el tiempo tomó otra forma,
y ahora —supone—
es solo la certeza tranquila de saber que están.
De alguna forma.
Quizá.
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