El tiempo no regresa
Es
curiosa esta sensación de extrañarte tanto.
A veces busco tus recuerdos,
pero más allá de lo que mi memoria logra retener,
No hay nada.
Entonces suelto. Dejo de buscar.
Acepto
la realidad tal como es. Pero
No quiero olvidarme de tu sonrisa,
ni de esa forma tan única de estar en el mundo.
Tan tuya. Tan inolvidable.
El
sonido de la lluvia me acompaña mientras me levanto.
No he planeado nada.
Seguiré este primer impulso,
entre lo distópico y lo fantástico,
entre lo vivido y lo imaginado.
Me
estoy volviendo experta en malabarismos.
Aprendo, cada día, sobre mi fortaleza…
también sobre mis vulnerabilidades.
Y aquí estoy, bajo la lluvia,
aferrándome a las pocas certezas que me quedan.
Ya sé
que no hay necesidad de tomarse la vida tan en serio.
y que solo tenemos una oportunidad.
Lo entendí caminando por la montaña.
Lo confirmé leyendo
Sí,
todo parece repetirse
los días, las rutinas, incluso las pérdidas.
Pero nunca son las mismas aguas.
Ni las mismas heridas.
Y
aunque a veces quiera escapar del ritmo frenético de las exigencias
esas que insisten en que todo debe tener propósito,
estructura, valor productivo
termino dándome cuenta
hay aprendizajes que llegan solos. Siempre.
Y en
esta soledad llena de voces
—las tuyas, las mías, las que invento —
entendí que, más allá de lo que somos o lo que amamos,
permanece el deseo de seguir.
Aunque
no haya ruta.
Con el corazón abierto.
Bajo la lluvia.
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