Romantizando la vida

Me encanta caminar, especialmente en medio de la naturaleza, aunque los recorridos urbanos también me fascinan. Hoy anduvimos en un destino que conocí comenzando mes y que se ha vuelto insuperable con mi compañía favorita.

Así́ fue el paseo de la mañana, un recorrido de poco más de 6 km de ida y vuelta, con una vista panorámica y majestuosa. Dejamos el auto a la entrada del cerro para comenzar la caminata, un ascenso ligeramente exigente de poco más de una hora. Subimos lentamente, descubrimos olores, sonidos, conversamos y conquistamos la cima. Nuevamente me encantó el paisaje, otra vez el viento helado hizo presencia, de nuevo me subí a las rocas. El páramo nos regaló mini frailejones y otros ancestrales, arbustos repletos de agua, su bosque y su melodía particular, algo de su silencio y su inmensidad. El trayecto estuvo súper, verde muy verde, eucaliptos, flores miniatura, pájaros al vuelo… el descenso fue entretenido y desafiante porque aceleramos el paso. Llegamos al punto de partida, agradecimos a la montaña y partimos. Estos recorridos, pequeñas travesías, tienen algo de prometedor, ahora sí estoy lista para todo lo que quiero y todo lo que viene.


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