Primeras impresiones

Mi estado ideal para terminar el año es estar de paseo, ayuda a sortear la locura de diciembre, también a saltarse el aburrimiento de la rutina. Ver el mundo y compartir sentires conociendo nuevos destinos me ha gustado siempre, cada vez más. Así que si, hemos dejado la city y bueno… Acá estamos: París, por fin. Volví. Conocí la ciudad en el siglo pasado, con lo cual me acuerdo de poco, poquísimo, lo emblemático. Pero quizá... Todo sigue igual, sigue siendo lindo.  Nunca se vuelve al mismo sitio con los mismos ojos, dicen por ahí, y en efecto, creo que esta es otra experiencia.

Llegamos entusiasmados con estos días que nos hemos tomado. También muy abrigados. Cambiaremos de panorama y como escribir las vacaciones, casi siempre, me ayuda a que ocurran una y otra vez -o un poco así- las dejaré documentadas a mi manera. Me gusta contarme los días, disfrutarlos en vivo y en diferido. Intentaré una historia de familia que avanza caminando, explorando, con pausas e inflexiones cómicas, alejada del drama. Suspenso y giros inesperados. La realidad de las calles, la gente, los estados de ánimo y el ambiente en mis palabras. Sin extenderme demasiado. O quizá sólo el recuento de los días. Tal vez un par de fotos nada más.  Cada día con su cansancio irá dando la pauta. 

Sábado, día 1. Luego del aeropuerto, de la multitud de personas ausentes, las voces en idiomas varios, las filas eternas inexistentes, la gente que se atraviesa solo en la mente, los documentos, la única pregunta de migración, salimos a la aventura —por el lado que no era, tuvimos que devolvernos por una laaarga rampa eléctrica—. En el metro nos encontramos con ráfagas de movimientos rápidos, voces y silencio, conversaciones sonoras y sin ritmo por el aire circundante. En la calle hubo paseos cortos conociendo el barrio, entrada a panadería horneada con mucha mantequilla (el mejor croissant jamás en The French Bastards), arte callejero y algunas lucecitas. La ciudad está repleta, pero bastante menos de lo que imaginé. Se percibe un ritmo acelerado, muchos turistas que se han lanzado a conocerlo todo avanzando por esas calles largas. Es una ciudad preciosa y majestuosa, algo sucia también en algunos puntos, pero con mil cosas interesantes para ver. Encontramos puertas fotogénicas, muchos detalles en los edificios, plazas amplias. Ferias y mercaditos navideños, iglesias bellísimas, y más, pero el cansancio, notablemente aplastante, se apoderó de mi pequeño cuerpo y tuvimos que partir a descansar.

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