Las Moyas

Rondan los veintipocos y yo los casi cincuenta, aun así un plan en su compañía es increíble. Divertido. El domingo pasado madrugamos a la montaña, un nuevo rumbo que me fascinó.  Un bosque encantado, un ascenso suave, pero desafiante en algunos puntos. Una historia a muchas voces, narración colectiva con la que hilvanamos una idea de guianza mientras llegábamos a destino.  Estuvo genial. Es que los cerros no paran de sorprender, no solo es la ausencia de ruido, son los sonidos del paisaje, los verdes de todos los colores, el pájaro carpintero que apareció aunque no lo vimos, las rocas y sus misterios, la sensación de frío. Me encantó la sencillez, me gustaron las risas, me quedo con los pasos al aire libre y con este equipo que me impulsa y me divierte. Y bueno, qué mejor que aprovechar los días ahora, con el bonito cielo de un diciembre que comenzó luminoso. Fui muy feliz. 

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