Bajo el cielo parisino
Ayer
me quedó faltando la tarde del domingo, el segundo día en esta ciudad
majestuosa que me está gustando cada día más. Luego de Versalles y en medio del
viento y la llovizna ligera que no se decidía a desaparecer, nos encontramos de
frente con la imponente silueta de la torre Eiffel. Estuvo grandioso. Nos
pareció enorme, esa simple estructura metálica de hierro nos pareció genial. La
emoción fue como la primera vez o quizá más, la recordaba, sí, pero creo que
superó lo que ha habíamos imaginado. Además sentir la emoción de toda la gente
que se acercaba fue más increíble todavía. El sonido del viento, más las risas
y las conversaciones animadas de los fucking tourist, le dieron un
toque muy especial a esa visita. Emoción, admiración, la lucha contra el viento
que se llevaba nuestros paraguas... nos sentimos diminutos al mirar hacia
arriba. La recorrimos por un lado y por el otro, no subimos, pero igual fue
fantástico. Ignoramos la inclemencia del clima en ese instante,
morimos de las carcajadas y del frío. Luego Trocadero, para otra vista
estupenda. La presencia constante de la torre, los museos, las tiendas, las
muchas fotos que tomó el joven, fue una tarde divertida que continuó por el
Arco del Triunfo, luego los iluminados y multitudinarios Campos Elíseos.
Tiendas de lujo, cafés icónicos, una atmósfera animada y mucha gente. Nuestras
manos en los bolsillos cubriéndonos del frío y de los carteristas que parecen
estar atentos al más mínimo descuido. Avanzamos tanto que casi
llegamos de nuevo a la Place de la Concorde, pero cambiamos de rumbo y nos
fuimos a descansar.
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