Con calma y aplomo
Me sigue gustando
escribir así́ que aquí́ estoy, aunque no escriba cosas nuevas. Se
me escaparon unos días de la semana. No alcancé a dejar el rastro diario y ya
llegamos a domingo. Veamos si recuerdo algo… al menos mis reflexiones de los
últimos días. Empezaré por lo más reciente y veré qué tal va la memoria.
Desayuno para dos.
Ayer, después de exámenes varios, cita médica, breve caminata, y mientras él
joven empezaba preicfes, compartimos un desayuno de campeones: Tostadas con
aguacate, huevos en su punto, pancakes de auyama, café y mucha fruta. Un ratito
para nosotros, un ratito de hacer planes y disfrutarlos desde ya… y son a largo
plazo.
Todo muy top. Después
de trámites de banco, que por fin funcionaron, y de un almuerzo frugal, tuve
plan de bolirana. Una jornada de lanzamientos inútiles y
desalineados acompañada bebidas varias y diversas. Cantaron y nos reímos porque
sí, porque por qué no, fue divertido. Llegó un triunfo de última hora
porque la suerte a veces es así. Sobra decir que no fui yo quien triunfó, por
sí había duda, digo… tampoco mi equipo, no duró la fantasía.
Sin palabras. Me
quedé muda alguno de estos días, literal y metafóricamente. Una reacción
inesperada por las dinámicas de poder y su impacto por la posible alteración de
mis planes estivales me enmudeció. Ese terreno insondable de donde vienen todas
las oscuridades del ser humano, ese que todos tenemos y que procuramos
que no se note, pero sale a la superficie y bueno, pues genera
incomodidades y malos ratos. Eso también tuvo la semana, un poco de amargura.
Pero se me pasó.
Vida interior.
A veces me sumerjo en una rabia profunda e irracional. En mi constante
ejercicio de cuestionamiento noto que las preguntas que me vienen a la mente
casi nunca se responden fácil. Pensar en mi libertad restringida, aceptar que
tengo que pasar la mayor parte del tiempo en la oficina que, aún en sus mejores
días, nada me apasiona…. es aburrido, por decir lo menos. O sea,
tengo mejores cosas que hacer. Me gustaría caminar, leer, escribir, estar más
tiempo con mi familia, ver a mis amigos, tomar fotos, tener largas sobremesas,
estudiar, conocer personas nuevas y salir a pasear, pero no se puede. Y
entonces me complica un poco todo, quizá porque cada vez siento que sé mejor de
qué va todo esto de la vida y no es de trabajo justamente, pero bueno, me
asomo a la ventana, recibo aire, contemplo el verde, sigo el movimiento de una
nube y vuelvo al compu. Me he propuesto rutina balanceada, evitar las quejas,
reconocer la suerte y el privilegio, y agradecer más. Y está bien. Estoy bien.
Y parece que olvidé los pequeños detalles y acontecimientos de la semana… tal vez no hubo mucho más.
Comentarios
Publicar un comentario