Adaptación y resistencia

Otra semana que se esfuma… sorprende lo rápido que pasan los días, lo breve que se siente el tiempo.  Estos días de septiembre fueron ligeros, intenté tomarlos con calma, procuré, sin éxito, no pensar en que estoy cediendo a la domesticación, abandonando mi libertad, pero no le di tanta importancia, creo. Intento todavía combatir la sensación de provisionalidad y ahí voy, manteniendo el esfuerzo e incluso agradeciendo, a veces… son las decisiones y mirado desde lejos, no parece mal, el asunto es que lo veo de cerca, pero bueno.

En los kilómetros de la semana rocé con mi mirada a los personajes del camino, identifiqué relaciones y ambigüedades, fueron pasos con historias, imágenes, sonidos particulares. Creo que la gente es linda a veces, sonríen y todo parece estar bien, pero hay de todo, vidas ciertamente complejas y atormentadas. Veo cada vez más seres durmiendo en los andenes, algunas veces acompañados de perros mejor arropados que ellos mismos. Los perros casi siempre están despiertos, atentos y vigilantes.

Probé un nuevo restaurante en el barrio laboral, tranquilo, me senté cerca de una ventana, y no se oía ni el vuelo de una mosca, perfecto. Encontré un sabor suave en el menú, una limonada como las que me gustan, todo anduvo bien hasta que llegó un mensaje de trabajo a interrumpir la pausa del mediodía. No sé si volveré, estuvo bien, pero fue muy caro también, quizá sea el precio del silencio.

Me he impuesto para antes de volver a la oficina después de mediodía un desvío en un café nuevo, una tienda, cualquier lugar para tener otra mirada que permita asumir las tardes. Voy bien

A mitad de semana me encontré con Maria, celebramos su cumple, nos reímos. Fue bonito y tomé sangría rosada con sandía que estuvo genial. Ayer anduvimos de concierto en familia. Jazz fusión con un artista italiano y su banda, jóvenes talentosos y apasionados tocando por primera vez en estas tierras, nos entretuvimos mucho, aplaudimos y casi bailamos, fue estupendo.

Y de la dicha de la música de anoche pasé a un sábado de desayuno colorido y sabrosísimo, con queso, mermelada de grosellas y mucha fruta -solo un huevo-, pasando por un traslado al campo, pero antes, una parada técnica en el pueblo... Pfff, ,me perturba de sobre manera darme cuenta de cuán limitada es mi posibilidad de cambiar las cosas injustas, a pesar de todas las razones, ante la burocracia y el abuso no hay mucho que se pueda hacer. De nuevo entré en conflicto con el banco, otro, desesperadamente sola como muchos miles de clientes que no tienen más alternativa que someterse. Creo que los empleados tampoco tienen alternativa, pero un poco de empatía no estaría mal. Es así y punto no sirve mucho.


 

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