Se me van cerrando los ojos...
Es domingo. Amanece
soleado. Desayunamos en la terraza. Salgo a caminar, voy a la montaña. Enfrento
la ausencia de aventuras reales, pero dentro de mi surge la duda, el suspenso,
incluso hay acción. Tiene encanto que aparezcan por azar, de la
nada, emociones misteriosas. El paisaje afuera, los campos de maíz y la tierra
arada lista para otra siembra. Pasos, palabras que invento mientras
avanzo, imágenes que capturo, la vida con sus árboles balanceándose, pinos y
eucaliptos al viento. Los pájaros diminutos alborotan el entorno, tienen la
panza muy amarilla y se confunden con las hojas, pero pelean entre sí y vuelan,
van de rama en rama. El regreso y una pausa, dejar ir lo que queda de la
mañana, las conversaciones viendo al horizonte, los silencios. El encuentro de
nuevo para la parrilla, las preparaciones, las copas, los brindis y las
historias del ayer. El final de la tarde con café en el pueblo y una aventura
real con Pancho persiguiendo al bus para no tener que esperar la última ruta.
El tráfico habitual volviendo a la city, pero está vez en bus, con vallenato,
con historias, con sueños, risas y cansancio. Bajarnos antes de tiempo porque
la última parada no fue en el portal… caminar, esperar varios minutos un
transmi que no iba a llegar, que no llegó, cambiar de recorrido, la eterna
espera, la búsqueda de taxi… encontrarlo, llegar, por fin.
Comentarios
Publicar un comentario