Refugiada en un café
El mundo está loquísimo. Parece que ahora todo es un no parar, urgencias que aparecen en un gesto o en una sombra. Intentar planes, buscar soluciones, pensar alternativas. Vengo con frecuencia por acá, a mediodía o de sobremesa. En la tarde deja de ser uno de mis lugares favoritos. Demasiado calor, demasiada gente, mucha pose, más ruido del que me gusta. Ahora prefiero la intimidad, la armonía que no se ve, pero se siente. La perfección de lo hogareño y cotidiano. Instantes breves que, sin mucho esfuerzo, aparecen, espontáneos. Esos que siguen ahí́.
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