Matices

Martes con sabor a chocolate amargo, frambuesas, las pocas que quedaban, y nueces de cerebrito. Me faltó el vino, pero prefiero las copas en compañía, sola no se me da. Además, ya estoy en pijama, y así, pues menos. Después de recopilar soportes para la declaración de renta, de agobiarme un tanto con lo que puede ser el asunto, repaso la irrelevancia del quehacer del día. Si no fuera porque anduve en sesión de acupuntura, la jornada no habría tenido nada sobresaliente, al menos los pinchazos dieron un toque después de una tarde soporífera; ah y en el trayecto a la consulta también hubo sobresalto… la cantidad de marihuana en la 15 impregna la calle, parece habitual, hacía un tiempo no pasaba por allí y sentí el rastro al pasar, quedé sumergida y volada en una nube densa. Pero el sobresalto fue mayor cuando tomé el taxi de regreso a casa, la conversación del conductor con un colega evidenció el peligro en la vía, pero en serio, no me cabe duda alguna, la vida parece no valer nada en algunos entornos. En fin, espero que cada aguja haya hecho su efecto, calme la ansiedad, me relaje, me olvide del lado del mundo que no me gusta y duerma. Total, mañana comienza el año escolar del joven, año nuevo, todo por hacer, una nueva rutina y, como todo, hay que acostumbrarse otra vez.

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