Cambio de ruta

La vida real tiene instantes. Unos pedalean, otros caminan, suben, bajan, vienen, llegan, todos de nuevo a clase. En el trayecto percibí el empuje de la juventud dando muestras de su pereza y escondiendo el entusiasmo, dejando escapar alguna sonrisa, y también la voz saltarina y curiosa de los más chicos, impacientes por llegar. Así la mañana cerca del cole.

Después de acompañar al joven, tomé impulso y aceleré el paso. En diagonal llegué pronto a la 100 y me lo tomé con calma después, estuve a tiempo, un poco más acalorada que siempre, pero muy bien. Anduve por otras calles, me encontré con personajes completamente fuera de la realidad, un par no más, una presencia más o menos circunstancial, pero suficiente para reflexionar por un instante, mientras el viento me atravesaba bajo un cielo pálido.

Encontrar el equilibrio no ha sido fácil desde que cambié de trabajo, un asunto en apariencia tan sencillo, pero creo que hoy fue un día amable. Tomaré como buena señal una conversación sobre futuros posibles, haber logrado mesa a la hora del almuerzo para una ansiada ensalada y también la calma de la tarde. Quizá sea cierto que estos meses han estado regulares y rutinarios, pero nada impide que haya cambios, por lo menos de percepción. Volver a tener suerte es posible, no lo dudo, incluso ahora llueve y el agua viene bien… aunque ojalá mañana el recorrido sea sin charcos y salpicaduras.

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