A buen paso
Los pasos son fuente de felicidad, alegran mi día. Camino, quedarme quieta podría llevarme a la locura, a otra locura. Avanzo sin excusas, sin perder ni un segundo, perdiéndolos todos a veces. Camino para que algo suceda y se vuelva realidad. Prefiero ignorar el ruido de la ciudad que se percibe más en quietud. Avanzó a paso rápido con la mirada en alto, parezco más cosmopolita, pero el impulso me dura poco, me distraigo con todo.
Imagino historias una y otra vez, las escenifico, creo protagonistas y algún personaje secundario, les pongo banda sonora y las vidas avanzan entre escena y escena. Duran poco, dos actos a lo sumo. Entre una calle y otra ya estoy en el ayer, en una canción, o en el andén roto que evita que el recorrido sea parejo.
En los trayectos me
acompañan relatos en podcasts, planes a los que les doy vueltas y recuerdos.
Suelo recordar mucho. Demasiado, quizá́. Más los momentos felices con la gente
que me he encontrado en el camino. Se que la memoria puede estar manipulada por
mi mente o por el deseo de cómo quiero o prefiero recordar algo, quizá más
interesante de lo que pudo ser, pero no necesariamente menos cierto. En todo
caso, creo que importa más como lo recuerdo. Tan sencillo.
A veces subo un poco a
rodearme de prados, pájaros, flores silvestres, el monte mismo y algún bosque.
Contemplo el horizonte. Me declaro admiradora apasionada de la montaña y su
neblina envolvente. Vuelvo pronto.
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