Sentada en el sofá
Una y otra vez dándole vueltas a asuntos varios, en desorden,
inconexos… mientras me tomo un té.
Un
fascinante personaje de ficción protagonizando relatos misteriosos... es tanto
y tan divertido todo lo que baila en mi cabeza mientras recorro la city, pero
no permanece, y como decía Borges -creo que él fue quien lo dijo-, si la idea
desaparece, no era tan importante, si vale la pena, volverá. No ha vuelto casi
ninguna, ninguna de las que en su momento he considerado geniales, las olvido
rápido, si, como los sueños, duran un instante… así que por ahí estamos.
Me
preocupo un tanto, poco, pero mis días cesantes son felices porque cada vez me
conozco más y me reconozco en los que tengo cerca, los paso con mi familia y
algunas veces con mis amigos, serenamente y en paz con lo que me rodea. El
resto, para bien o para mal, son solo detalles. Quizá por ahora es así, mi
circunstancia, mi suerte… pero a veces me desespera.
Hace
unos meses -varios- forma parte de mi un café chocolatoso, como un moreno
caribeño, que no se marcha y está bien, aunque un tanto a parches. Tal vez
necesito otra jornada playera para emparejar, bueno, no tiene que ser mar,
piscina puede ser suficiente.
Caminar,
leer, sentir, pensar, imaginar, verbos de los que me apropio, ayudan a resolver
muchas cosas. Presente, probablemente el tiempo que más debe importarme, antes
no le daba el significado adecuado, porque simplemente no lo sabía. El tiempo
no siempre fue tan rápido, en realidad hasta los veinte iba a un ritmo
razonable. Ahora sé muchas cosas de la vida. Cosas que ocupan demasiado espacio
en mi cerebro, cosas que no sabía que necesitaba y también otras que
definitivamente creo que no necesitaba saber… Pero poco sé del tiempo, aunque
sufro su escasez, no puedo pararlo ni retrocederlo. Hay días que pienso en
volver atrás, otros en los que tengo curiosidad por el futuro, pero sé que
mejor me concentro en este instante.
Comentarios
Publicar un comentario