Percibir con claridad
En
el último baño de la semana playera, sumergidos en el mar calmado de la mañana,
mirando hacia atrás mientras el tiempo avanza con voces que susurran se acabó. Aun
así. Amé una vez más los desayunos de hotel con su fruta cortada en trozos del
tamaño ideal, los huevos preparados con maestría y los varios muchos exagerados
antojos de plátano que probé. Todo aquello que alguna vez sucedió y que,
recordándolo es como que volviera a suceder. Una semana de sonreír a la gente,
parecer simpática, estar contenta. Una única botella de vino blanco helado,
disfrutada con un risotto de frutos del mar absolutamente delicioso. Muchos y variados helados calóricos también.
Partimos
ligeramente dorados, quizá no tan ligeramente, algo impactados por el cariño de
los insectos para quienes resultamos irresistibles, con gramos extra, menos
musculosos y con algunas arrugas nuevas de tanto mirar la vida de frente con el
sol de cerca. Todo se acaba, pero volverá a su sitio y estará bien.
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