Urbano y apacible

La brisa helada de la mañana me despeinó ligeramente, aunque muy peinada no estaba. Me gusta caminar y sorprenderme con ese aire silencioso que saluda y, con frecuencia, parte pronto. Me gusta ver al fondo el verde en las montañas. De vez en cuando una flor llama mi atención, bueno, casi siempre, pero solo a veces me detengo, examino color y me maravillo cuando huelen bien. Me gusta caminar.

La ruta tempranera es la más entretenida, conversamos, nos divertimos, ponemos turbo, adelantamos transeúntes lentos, hacemos planes. Se disipan las preocupaciones... El regreso a casa es prolífico en ideas, sonrisas cuando recuerdo algo divertido, sombras cuando acude algún miedo a mi cabeza, es como un trayecto en otra realidad y a veces mi imaginación vuela, vuela alto; dependiendo de la luz, de la noche que haya tenido, puede ser una realidad muy brillante, todo es posible mientras avanzo. Me gusta imaginar.

Después aterrizo de nuevo en el mundo adulto, en los trámites, los asuntos pendientes que me atormentan. Hoy, por suerte, logré por fin mi licencia de conducir. Creo que ni siquiera me tomó tanto la primera vez, cuando no había nada digital, cuando tenía que aprender de cero. Este es quizá mi tercer pase y vaya que costó. Después del esfuerzo y el resultado, lo tomaré como señal, así quizá los demás pendientes resulten también, los astros retomen su alineación como corresponde, no de otra manera. Eso es todo.

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