Ni más, ni menos.
Tener
muchos sueños en una noche larga. Despertar con el canto melódico de los
pájaros. Hacer larga sobremesa al desayuno. Volver a la cama. Rendirme ante el
intenso antojo de permanecer tendida. Cambiar de planes. Otra vez un domingo
perezoso.
Disfrutar
la mañana convencida de que no es para tanto saltarme otro recorrido a la
montaña. Recordar los paseos que hemos hecho y planear los que quiero hacer.
Sumergirme en fotos de hace años, algunas imágenes lejanas y otras no tanto.
Leer el enigma de la poesía. Hacer reír al joven.
Salir del letargo y partir en busca del almuerzo. Instalarnos en una mesa en el jardín bajo el sol. Comer lo que nos gusta. Conversar. Preguntar. Reírnos.