Nubes
Empezamos febrero con un cielo menos despejado que el de los
últimos días, con la ilusión de una lluvia que todavía no llega. Ayer
cayeron algunas gotas, fue mágico volver a ver el agua, no fue suficiente, pero
dio un poco de tregua el sol intenso. Comenzamos mes con día sin carro, un poco
menos de ruido y de humo, pero no tan calmado como el de septiembre… no sé.
Caminé con más velocidad en la mañana, troté un rato y no me cansé tanto, corrí
un trayecto corto, corrí rápido porque me metí a la ciclorruta y casi no puedo
salir… Me sentí usurpadora de carril y me asusté.
Volví a
encontrar matices interesantes en la city, no todo es terrible. Me gusta el
verde de los árboles que todavía están saludables, los parques que encuentro
por ahí entre los barrios que recorro, tolero cada vez menos la invasión del
espacio. Podría decir que cada día hay un nuevo puesto de venta ambulante… y me
agobia, mucho.
Me gusta recordar de vez en cuando los paseos que hacíamos cuando niñas y salíamos del conjunto. Todavía voy por muchos de esos lugares, han cambiado, pero no tanto. Cuando peque siempre iba más allá, se podía otro poco si no estaba oscuro todavía, ahora me devuelvo a tiempo, pero hoy, entre ayeres y arepas, cafés y fruta que invadían de cuando en vez, de pronto, se hizo tarde.