Flotando en mi cabeza

Febrero y sus atardeceres, otros amaneceres, escasas lluvias suaves y varios días de sol radiante. Se escapa un mes más cálido que frío con su día extra, con algunas aventuras y muchas experiencias, alegrías y encuentros. Recordaré su luz y su música, algunas vivencias, las películas y, además, sus preguntas, muchas para las que no aparecen respuestas... asuntos cotidianos y otros existenciales.

También, por supuesto, quedará para siempre el sábado aquel de encuentro familiar. Por un ratito volvimos a ser muchos, por unas horas convivimos como en la infancia, juntos en un mismo espacio, algo de pasado y mucho de presente. Quedan varios kilómetros recorridos, menos de los que me habría gustado, pero suficientes para la reflexión. Me interesa conocerme y en cada paso exploro mis ideas misteriosas tal y como surgen, los vaivenes de mis dudas y no concluyo, pero aunque camine más, no creo que resuelva.

Curiosidades. El arrebato reciente ha sido el gimnasio... entré hace dos semanas y he ido más de un par de veces. Me aburre un poco, pero no tanto como supuse. Sin duda es más entretenido de lo que recordaba, tanto la maquinaria como la gente y el papel que juegan mientras se ejercitan. Total, es otro escenario para impulsar la imaginación, el público es muy diverso... y además, a veces vamos en tribu. 

Refrescar la mirada. Nuevos significados a los espacios por los que paso a diario. Seguir el trazado urbano de la city desde el bus se ha convertido en plan en los trayectos mañaneros... es fácil, lógico, pero no deja de extrañarme cómo se transforma en algunos puntos. Las calles hacia el oriente tienen más sentido y menos cambios que hacía el occidente... no tantas diagonales; durante varios kilómetros Bogotá es una cuadricula bien diseñada, es fácil ubicarse. Por las tardes el asunto cambia. Dejo la autopista y recorro la séptima, más cerca de andenes y gente. Basura, caos, congestión… no sé por qué quiero tanto esta ciudad.

Energía cómplice. Tener amigos es siempre una suerte y mantener conversaciones coloquiales y pintorescas es estupendo. Emprender diálogos con total naturalidad, parloteos hilados por voces cálidas o estridentes, y morir de risa viene siendo reconfortante e indispensable, es quizá una forma de celebración de la vida.

Pequeñas amarguras. A veces soy débil y vulnerable, y cuando me siento maltratada reacciono, no precisamente cómo debería sino de manera primitiva. También soy eso, aunque no me guste, es mi versión más pura. A veces no puedo callarme, aunque lo intente.  A veces me atropella la vida y mi reacción es igual de atropellada. Cada uno vive sus realidades y las enfrenta de la manera como puede.

Extra: La peli del mes, por inesperada y sencilla, Fallen leaves. Me gustó todo. También estuvo bien en estas últimas semanas Saltburn, pero me quedo con la finlandesa. 

Musicalmente, el concierto del joven, el de Fonseca y el de flamenco, o sea, todo lo que vi. El último me pareció de una genialidad absoluta, quedé gratamente sorprendida, y no solo yo, a todos nos encantó.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

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