Veinteno

De cuando nos fuimos a pasear por la tierrita. De esos días en los que celebramos que ya son 20 por estos lares. Del finde en el que dejamos el ruido y el desorden de la ciudad. Imagines de un paseo dominical por el lago con la mañana soleada. Ese en el que hubo ciclistas, pescadores de carpa, calma. También hubo unos seres nadando en aguas abiertas. Atravesando el lago de lado a lado. Una escapada fabulosa que tuvo un impase por un oído inflamado. También muchos rayos que anunciaron lluvia, una que nunca cayó. Recuerdos de un recorrido de observación minuciosa de la arquitectura de la zona, esa repleta de azules y figuras geométricas que entre más complejas, mejor. Un par de días en el que me convertí en una versión exagerada de mí, poseída tal vez por un cacique que reinaba en la zona, uno que me hace bailar sin parar, como si estuviera sola, pero en un espacio con público.
 

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―