Del ayer

Recuerdos sorprendentemente precisos de infancia.

Me acuerdo de la diversión absurda y desafiante de subirnos al tejado en vestido de baño a tomar un sol pálido y escaso; también de las conversaciones divertidas, de ventana a ventana, por teléfono, viéndonos a pocos metros. Recuerdo la sensación de despertar en los días de vacaciones y levantarme corriendo a cumplir la agenda preparada, la incomprensible ilusión de seguir minuto a minuto los juegos y planes inventados. Me acuerdo de las carcajadas cálidas y francas de mi papá, esas que llenaban cualquier espacio. También recuerdo las tardes infinitas en las que la ducha de mi baño se convertía en un ascensor eterno en el que casi vivíamos cuidando a nuestros kikosos; además de jornadas completas en las que el garaje de la casa se transformaba en la ciudad de las barbies... casas, edificios, autos, lugares de trabajo, una ciudad gobernada por la barbie dorada y la barbie besadora.

Recuerdos vagos

Algún bazar que organizamos... no recuerdo qué vendimos, pero sí que con lo que conseguimos compramos juegos para instalar un parque al fondo del conjunto. Compramos un pasamanos en arco al que le dimos vuelta, nos balanceamos y rompimos. No duro mucho la alegría. También una broma cruel con un perro... eso prefiero olvidarlo, aunque solo fui espectadora creo que fue violento y la indiferencia frente al suceso fue peor.  No le pasó nada al perro, fue la criatura inocente del episodio aquel, pero sí a sus dueñas, las entristecimos con una noticia falsa. Cómo pudimos!

A veces opero con mis recuerdos. Mis historias, las que quiero recordar al menos, tal vez innecesarias para los demás.... inevitables para mí.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―