Procurando pausa
Lunes laboral que me tomé a medias. Anduve 14
kilómetros de paseo, La Trinidad, Venecia, la ruta de la vecindad con pequeños
ascensos, mucha agua y el canto de los pájaros de compañía. Así las primeras
giras del día. Me encomendaron recoger los huevos de la semana en el camino.
Una tarea sencilla que resultó todo un desafío. Iba como vapor desvaneciéndome
en la ruta, atenta al camino improvisado, deshaciéndome con suavidad del cariño
del perro de la finca que sutilmente tomó mi tobillo porque le parecí una desconocida
usurpadora. Temí fracasar estrepitosamente… el paso por la quebrada y su puente
hechizo, el movimiento cuidadoso de mis pies, la mirada al frente, y la tensión
en los brazos sujetando la bandeja de huevos. Lo logré, acalorada y temblorosa
llegué. Misión cumplida.
La tarde estuvo soleada, súper veraniega, así que
después de una fantástica ensalada de camarones y una copa de vino, me dediqué
a leer, trabajé un poco y seguimos con Better call Saul… dos
episodios… ni uno más. Hemos puesto límites. Al caer la tarde estuvimos en
remojo, un rato de jacuzzi y sería todo.